Mostrando entradas con la etiqueta golfos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta golfos. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de octubre de 2014

- Buenas noches. Transición ética




En este país se han hecho muchas transiciones, pero ha faltado la más importante, la fundamental, la que nos hubiese convertido en seres verdaderamente humanos: la transición ética. Por eso hay tantos golfos. Por eso, aun sin querer, nos estamos engolfando todos. Cuando sepamos por qué se deben hacer ciertas cosas y por qué no se pueden hacer otras, y eso sea lo más importante para todos, podremos hablar de un país democrático y serio. Mientras tanto, esto es una selva, un reino de golfos cuyas golferías salen a la luz porque los medios de comunicación tienen que vender, que si no, tampoco. 

Buenas noches.

sábado, 24 de agosto de 2013

Buenos días. Callados

Los dioses, en su infinita sabiduría, están callados. Los intelectuales, en su infinita meditación, están callados. Los políticos, en su infinito despiste, están callados. Los ricos, en su infinita hipocresía, están callados. Los golfos, en su infinita maldad, están callados. Todos están callados, a pesar del ruido que producimos haciendo lo que hacemos. Buenos días.

domingo, 5 de mayo de 2013

Alimentando ricos




Supongo que ya te habrás dado cuenta, pero andamos aquí alimentando ricos. Esto es, en el fondo, lo único que hacemos: engordar carteras de golfos sin escrúpulos, de codiciosos sin límites y de vividores a costa de la vida de los demás. Pero no están por ahí, en la negra lejanía. A muchos de ellos los tenemos por aquí, a la vista de cualquiera. Son estos neoliberales, mentirosos, privatizadores, negociantes, embaucadores y fascistas. Se entretienen en quitar a los demás sus libertades, sus derechos y todo lo que haga falta, porque saben que cuanto peor sean las vidas de los demás, más los necesitarán y más agrandarán su botín. No sé hasta dónde van a llegar en este destrozo social, pero yo de ellos no estaría nada tranquilo. La racionalidad puede entenderse, pero la chulería, la mentira y la maldad generan unas heridas que difícilmente cicatrizan.

Sé que estas cosas no son agradables, pero en algún momento hay que hablarlas. Creo que es bueno ser conscientes de que hay muchas, pero muchas, personas que duermen en la calle, que no tienen nada que llevarse a la boca, que el médico es un lujo y que, mientras, estos mal nacidos viven como dioses.

No sé qué se debe hacer, pero estos tipos no pueden seguir más en el poder. Quienes se empeñan en difundir que todos los políticos son iguales y que lo que logran, sabiéndolo o no, es una desmoralización de la ciudadanía deberían pensar que todo eso lo único que genera es abstención, con la consiguiente victoria de los interesados en mantener sus privilegios. Nunca he entendido la estrategia ingenua de ir contra los partidos desde la calle, en lugar de intentar mejorarlos desde dentro. No creo que una democracia moderna se pueda construir así, si se quiere que sea eficaz.


lunes, 25 de julio de 2011

Como una droga



Hay una clase de listos que dicen tonterías para que los oyentes, a los que cree tontos, les hagan caso y acepten sus consignas. Previamente han entontecido a cuantos más, mejor, acostumbrándolos a la mentira, privándolos de una educación crítica, sembrándoles el odio en lugar de la igualdad, acostumbrándolos a asumir las discriminaciones a las que son sometidos sin que se den cuenta y construyendo así, poco a poco, una clientela de tontos fieles, sumisos, inconscientes y dispuestos a todo con tal de que el listo les salve lo que les queda de vida infeliz. Sólo queda la posibilidad improbable de que el tonto tome conciencia de que el supuesto listo en realidad es un golfo que le está engañando desde que apareció en su vida. Pero esto es algo tan difícil como dejar la droga.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Golfos


Los golfos pueden dividirse en dos grupos. Uno, formado por los que saben que los demás piensan de ellos que son unos golfos. Otro, el de los que creen ingenuamente, o cínicamente, que los que sufren su golfería no se dan cuenta de cómo son. Más molestos son los segundos, pero no sé cuáles de ellos son más peligrosos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

En el tren



Iba yo en un tren de alta velocidad. Del otro lado del pasillo estaban sentadas, frente a frente, una mujer de unos 35 años, otra de unos 20 y un niño de 2 o 3, de cuidada melena rubia y vestido con ropas aparentemente carísimas, sentado en la falda de la primera. De las conversaciones que mantenían deduje que ninguna de las dos era su madre. Ambas iban bien vestidas, con vaqueros estilosamente raídos, bolsos de buen diseño, gafas de marca, ipods y chalecos acolchados.

Me enteré también que ninguna de las dos tenían parentesco entre sí, pero la madre del niño, que no estaba en el tren, les había sacado sendos billetes con la tarifa de familia numerosa y, lógicamente, no tenían ningún documento o carné que lo justificara.

En un momento dado vino el interventor y les pidió que pagaran las diferencias entre la tarifa que les correspondía y la que habían usado injustificadamente. No tenían dinero. El ferroviario entonces les pidió el DNI y la dirección para que Renfe pudiera cobrar el dinero de la estafa.

El niño, a pesar de que el interventor estuvo bastante correcto, dijo que tenía miedo. Después de terminado el episodio y cuando el interventor ya había desaparecido, el niño volvió a decir que tenía miedo.

Me hago algunas preguntas ¿de dónde le ha venido el miedo al niño? ¿Nació ya con él o se lo metieron luego en su mente? ¿Así se han hecho ricos estos pájaros, estafando a las empresas y no pagando lo que les corresponde? ¿Esto se arregla simplemente pagando, sin ninguna multa que les haga recapacitar y volver a los usos y costumbres de los mortales? ¿Qué será de este miedoso niño rubio dentro de treinta años?

martes, 9 de noviembre de 2010

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Golfología / y 8


Modelo VII


El golfo que, encima, quieren que trabaje.


Para el golfo "lo normal" es siempre un plus. A un golfo no se le podrá pedir jamás que, tal como están las cosas, tenga que hacer un plus con respecto a su ardua labor cotidiana de aparentar que hace lo que no hace. La frase clave con la que intenta justificar su negativa siempre incluye el término ‘encima’: ‘encima quieren que hagamos…’, ‘encima se creen que son…’, ‘encima pretenderán que lo hagamos nosotros todo…’. El destinatario de todos estos encimas es siempre un superior ausente.

Esta panoplia, ni mucho menos exhaustiva, de golferías variadas exige que el golfo sea un ser tolerado por la superioridad. Un jefe que tolera lo intolerable, o que mira atentamente para otro lado, o que no tiene intención de meterse en líos, o que no sabe qué hacer es lo que necesita el golfo para existir como tal. Y, también, un sistema de control que se dedique al papeleo, o a proyectos estadísticos, o a las relaciones externas o que, simplemente, esté ocupado por otro golfo.


domingo, 16 de noviembre de 2008

Golfología / 7


Modelo VI


El golfo simpático


El humor puede usarse con mucho éxito, si se sabe hacer, para actuar como un golfo sin que los que no andan por la realidad, sino que la sobrevuelan, lo noten. La táctica consiste en este caso en expresar de forma amable y chistosa todo aquello que el golfo no esté dispuesto a hacer, de forma que, poco a poco y con alguna que otra risita del tonto cooperante, vaya calando entre los afectados la idea de que lo normal no es lo que hay que hacer, sino lo que ha venido diciendo con salero el golfo gracioso que habría que hacer.

Imaginemos que la hora de entrada a la oficina es la de las 8. El golfo intentará con argumentos humorísticos justificar, por ejemplo, que no es tan grave entrar a las 8 y 15, incluso que eso mejorará el tono vital de los trabajadores y, posiblemente, el rendimiento. Naturalmente, la hora de salida será la misma, porque, en caso contrario, empeoraría el tono vital y estaríamos en las mismas.

La figura del golfo gracioso es una de las más destructivas y dañinas con que puede contar un colectivo. Su neutralización exige mucho arte y un cuidado extremo para no salir mal parado en el intento, pues se lucha no sólo contra una golfada, sino contra una situación que a los ojos de muchos puede ser meramente cómica y agradable.


.../...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Golfología / 6


Modelo V


Al golfo se le quedan obsoletos los medios



El golfo intenta siempre dar la imagen de ser el más listo del lugar. Suele dar la impresión de que está en cualquier tema, más que a la última, a la siguiente de la última. La táctica consiste en manifestar que los medios que pueden usarse se han quedado obsoletos. No dirá que son ineficaces, porque puede que haya alguien que opine lo contrario, sino que se han quedado anticuados y que casualmente está a punto de salir el procedimiento, programa, herramienta o artefacto que hará mucho más fácil la solución del problema en cuestión. Merece la pena, pues, esperar un poco porque las ventajas serán enormes. Luego, la esperada novedad tardará en salir, o será cara, o no estará traducida o tendrá algún problema, con lo que habrá pasado el tiempo y el problema posiblemente habrá muerto de aburrimiento, con cualquiera sabe qué consecuencias o, quizás y con un poco de suerte, ya no se estará en situación de solucionarlo. El golfo, a los ojos del incauto o del interesado, posiblemente habrá quedado, además, como un intelectual estudioso de la situación y que sabe un montón de los últimos avances del tema del que se trate.

.../...

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Golfología / 5


Modelo IV


El golfo que de repente se ve involucrado


Hay veces en las que el golfo se ve metido, sin quererlo, en un proyecto que no ha podido parar a tiempo y que, por tanto, sospecha que le va a dar trabajo. La táctica que usará en este caso puede tener dos variantes. Si el golfo habita en algún puesto de responsabilidad, entonces procurará no delegar ninguna de las funciones en las que se ha visto involucrado. Si, por el contrario, el golfo ocupa un puesto de a pie, intentará hacer acopio de funciones dentro del proyecto aparecido. En ambos casos, procurará que se paralicen todos los trabajos que pueda, aplicando las técnicas golfogenéticas que estén a su alcance. Si se adueña de los puestos clave, el proyecto se desinflará y el golfo podrá neutralizar el peligro que supone tener que ponerse a trabajar. Un suspiro de satisfacción probablemente culmine la faena.
.../...

sábado, 8 de noviembre de 2008

Golfología / 4


Modelo III


El golfo totalizador


También este modelo es compatible con los anteriores y, además, resulta muy efectivo para consumar la golfería. La táctica para desarrollarlo consiste en hacer un uso adecuado de elementos totalizadores. Si al argumento que vamos a usar para intentar colar e, incluso, justificar la golfada le anteponemos expresiones del estilo de ‘Todos sabemos que…’, ‘Como todo el mundo sabe…’, ‘Desde hace mucho tiempo nada de esto vale…’, ‘Todo lo que proceda de tal sitio ya se sabe que es malo…’ o muletillas demagógicas similares, muchos incautos caerán en la trampa y muchos otros ya predispuestos y con escasas ganas de trabajar verán el cielo abierto para dejar en reposo sus escasas energías.

Estos elementos tienen una eficacia directamente proporcional al grado de ignorancia que posea el oyente. De todas formas, luchar contra expresiones totalizadoras es más complicado que hacerlo contra argumentos expuestos con neutralidad. Esto es lo que sabe el golfo y lo que pone en práctica en cuanto ve la posibilidad de éxito.


.../...

jueves, 6 de noviembre de 2008

Golfología / 3


Modelo II


Un golfo sin medios


Otra táctica, compatible con la anterior, consiste en defender que no se dispone de los medios adecuados para conseguir ninguno de los fines que se vayan proponiendo. El fin podrá ser necesario y conveniente, pero, consista en lo que consista, nunca existirán los medios idóneos y fallarán todos los procedimientos disponibles. La diferencia con el modelo anterior está en que en aquél lo que fallaban eran las personas, que eran todas inútiles. Aquí lo que no sirven son los medios. Aunque en realidad esto no sea así y aunque haya personas que se lo hagan ver así al golfo, la duda y la posibilidad de no hacer nada habrá cosechado ya partidarios y el golfo muy probablemente se habrá salido con la suya.

Imagínese al entrenador de fútbol del ejemplo anterior poniendo como excusa que el césped está en un pésimo estado y que así no se puede trabajar, o a un cocinero argumentando que con esas cocinas no se puede hacer nada interesante, y habrá obtenido ejemplos de este modelo de golfo.


.../...

martes, 4 de noviembre de 2008

Golfología / 2


Modelo I


Un golfo en el cargo



Pueden pertenecer a este modelo los que ocupan algún carguito de poca monta y poseen alguna pequeña responsabilidad, pero que no están dispuestos ni a dar un palo al agua ni a abandonar el carguito, ya que éste les aporta algún beneficio.

La táctica es muy sencilla y fácil de aplicar. Consiste en ir poco a poco difundiendo la idea de que todos los que están situados por debajo de su cargo son unos ineptos que no proponen nada y con los que no se puede poner en práctica ningún plan, porque, como son unos ineptos, el intento acabaría en el fracaso. De esta manera, como con ellos no se puede hacer nada, pues no se hace nada. Particularmente el golfo, por culpa de los demás, no hace nada y consuma así su golfería.

Sea un ejemplo. Imaginemos a un entrenador de fútbol que fuera diciendo que como sus jugadores ni tienen técnica, ni saben táctica, ni profesan el suficiente amor a los colores de su camiseta (argumento éste, ya se sabe, de una importancia trascendental para un jugador profesional), pues que así no se puede lograr nada con ellos. Si fuera por él, ganarían la Liga, pero con estos jugadores no hay quien haga nada. Este entrenador no dimitirá nunca ni aceptará ninguna responsabilidad propia en la marcha del equipo hacia el desastre. Los culpables siempre serán los otros, especialmente, los de abajo, como habrá ido, poco a poco y con mucha naturalidad, difundiendo el golfo.
.../...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Golfología / 1


Algo de razón tenía Sócrates cuando defendía la necesidad de definir los conceptos o, al menos, de caracterizarlos o delimitarlos bien. Si no lo hacemos, decía, corremos el riesgo de no saber de qué estamos hablando y de no entendernos. Y, también, digo yo, de caer en las redes de la ingenuidad y de la ignorancia, con las consecuencias que esto puede tener para la vida cotidiana de cualquiera.

Nos proponemos hablar de una subespecie tremendamente sapiens del homo sapiens, muy abundante y dañina: la de los golfos. ¿Qué es un golfo? ¿Cómo caracterizar al golfo? ¿Cuál es la esencia del golfo?


Posiblemente lo que defina al golfo sea su afán por no cumplir con lo que cabe esperar de él, su manera de ingeniárselas para seguir ocupando el lugar en el que se ha instalado, pero sin desarrollar las funciones que tendría que llevar a cabo en él, su capacidad para hacer, de todo lo que debe desarrollar, sólo lo que a él le interesa, o incluso, su desparpajo para hacer lo que no debe hacer, pero que, eso sí, le aporta algún beneficio.

Convertirse en un golfo estable exige poseer una táctica determinada, si bien cada día, tal como están las cosas, es más sencillo pensarla, ensayarla y hasta llegar a dominarla.

Vamos a ver estos días, brevemente y con intención profiláctica, algunas tácticas y modelos que podemos encontrar con cierta facilidad en el mercado de la vida.

.