Yo soy libre. Pero soy libre yo, por
tanto soy yo quien debe elegir lo que me parezca bien. Si es otra
persona la que elige por mí, ya no soy yo libre, sino una marioneta
en manos de alguien. Tengo que escucharlos a todos, incluso a los que
no tienen nada que decirme, pero el que toma la decisión final debo
ser yo. No me puedo engañar en esto. La libertad real va siempre ligada a una cierta soledad.