Yo ya hubiese prescindido de ellos, pero desgraciadamente tengo que lidiar con personas muy individualistas, que van obsesivamente a lo suyo, a quienes no les importa en absoluto la salud de los demás, que desconocen profundamente las leyes, que no entienden lo que leen, si es que lo leen, y que no cumplen una norma ni por equivocación. En lugar de razonar, de usar la prudencia, de tener un mínimo de cuidado por los demás y de poner un poco de empeño en leerse las normas procurando entenderlas, solo usan dos procedimientos que los retratan: no dejan hablar a quienes opinan de forma contraria, y cuando oyen lo que no han hecho bien, en lugar de admitirlo noblemente, acusan a quienes se lo dicen con el “Y tú, más”. No hay quien los saque de ahí. No hacen más que barbaridades e imprudencias. Y lo que les interesa, claro. Van a lo suyo con todo el descaro.