Mostrando entradas con la etiqueta Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de noviembre de 2020

25 N. La violencia de género existe y no debería existir




Nunca soporté la chulería, ni la soporto ahora. Me parece que es una reacción absurda y exagerada de quien se siente inferior a otro o a otros, y que reacciona haciendo creer a los demás que él es superior a quienes le causan esa impresión de inferioridad. Es una mentira interesada que debemos estar acostumbrados a descubrir, para no tener que cargar con los efectos desagradables de esos fantasmones que van por la vida sobrados, como si fueran los enviados del altísimo. En la raíz de la chulería veo la no aceptación de sí mismo y el no reconocimiento ni de como se es ni de cómo es el mundo. El chulo violenta tanto su percepción de la realidad como su actuación en la vida. Podríamos decir que violenta la normalidad porque es incapaz de aceptarla. Es el intento de que la apariencia triunfe sobre la realidad, de que esa otra realidad ficticia que crea aparezca venciendo a la racionalidad o a la evidencia. Y, junto a esto, suele haber un deseo de tener siempre ventaja sobre alguien, de sobresalir no tanto por su propia valía, sino aminorando la valía de los demás. El chulo es como un globo inflado que si se pincha, queda reducido a la nada inútil de la que huye.

Al machista lo entiendo como un chulo que va por la vida creyéndose superior a las mujeres, porque en el fondo está convencido de que no sabe lo que saben ellas, o que es incapaz de hacer lo que hacen ellas o que teme que en algún momento tenga que aceptar que alguna de ellas mande sobre él o, simplemente, tenga argumentos suficientes para que tanga que hacer él lo que no quiere. Además, el machista tiene mucho interés en sacar partido de esa supuesta superioridad, porque le beneficia y le permite tener una vida mucho más gratificante y descansada que la de las mujeres que le “sirven” y le “obedecen”.

Los machistas no tienen razones que justifiquen su posición ante la vida, pero, en cambio, siempre quieren tener razón. Por eso recurren a expresarse con algún tipo de violencia: hablando de arriba abajo, avasallando, reforzando sus palabras con un adelanto del cuerpo o con algún dedo extendido, dando golpes en mesas o en barras de bar, gritando si es menester, acompañándose de jaculatorias escatológicas y, si llega el caso, transformando esta violencia verbal en violencia física personal. Hablar de algo serio con tranquilidad con un machista suele ser tarea más bien imposible. El machista exige docilidad, obediencia y sumisión, y si no las encuentra, su reacción se torna más violenta aún.

Los machistas no suelen admitir la expresión “violencia de género”. Muchos de ellos no saben lo que significa, porque son muy pragmáticos y van de frente a lo que les interesa, que es creerse superiores y sacar partido de esa supuesta superioridad. Sin embargo, participan de una estrategia, que tampoco conocen bien, pero que repiten como un mantra inexcusable sin saber por qué: que no existe la violencia de género. Algunos ideólogos saben que una forma de luchar contra una realidad que no les interesa es la de intentar eliminar la expresión con la que nos referimos a ella. Es lo que hacía, por ejemplo, Rajoy llamando “ese señor” a Bárcenas, como si al no nombrarlo le negara la existencia. Es lo que pretenden hacer los machistas en este caso. Si quieren negar que hay violencia de género, no usan esta expresión, como dando a entender que tal violencia no existe en la realidad. Y al resto de machistas les viene bien esta maniobra, porque así se evitan pensar en el significado de una expresión (pensar suele ser complicado) que puede que les acarree desventajas.

Y, sin embargo, la violencia de género existe. Es aquella, de todo tipo, que ejercen los hombres sobre las mujeres, en virtud de una supuesta superioridad de los hombres. No solo existe esta violencia de género personal de hombres hacia mujeres, sino que además es estructural, es decir, que está incrustada en la organización de la sociedad. Este carácter estructural se manifiesta no solo en el ámbito familiar, sino también en el laboral, en el económico, en el social, en el educativo, en el religioso y en todos los aspectos de la sociedad en los que participan las mujeres. Reducir el ámbito de la violencia de género a una violencia “intrafamiliar”, como hacen algunos partidos de derechas, es optar por mantener la violencia en todos estos otros aspectos citados. Negar la violencia de género es vivir en un mundo irreal, en el que les interesa vivir a los machistas y en el que, lamentablemente, viven también algunas mujeres que asumen la ideología machista.

Es evidente que para que logremos una sociedad más justa, igualitaria y libre, y para defender a las mujeres que pagan con su sufrimiento y, demasiadas veces, con su vida la discriminación actual, hay que acabar con el machismo. Además de saber qué es el machismo y cómo actúan los machistas, hay que educar a los jóvenes de una manera más igualitaria y más sana. Hay que inculcarles los valores que hacen posible una convivencia y una sociedad justas. Hay que enseñar a los chicos, desde su más tierna infancia, a tratar a las chicas como seres humanos, como iguales, sin discriminarlas ni negarles derechos que ellos sí tienen. Y a las chicas hay que mostrarles cómo actúan los machistas, cuáles son sus maniobras más comunes, para que los vean venir y no caigan en sus redes. Como siempre, la gran respuesta a este problema está en la educación, pero, a corto plazo, no hay que bajar la guardia, porque la violencia de género que practica el machista existe y puede aparecer en cualquier momento.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Buenas noches. Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer



Son cosas de mujeres ...
Eduardo Galeano

“Son cosas de mujeres, se dice también. El racismo y el machismo beben de las mismas fuentes y escupen palabras parecidas. Según Eugenio Raúl Zaffaroni, el texto fundador del derecho penal es el “martillo de las brujas”, un manual de la Inquisición escrito contra la mitad de la humanidad y publicado en 1546. Los inquisidores dedicaron todo el manual, desde la primera hasta la última página, a justificar el castigo de la mujer y a demostrar su inferioridad biológica. Ya las mujeres habían sido largamente maltratadas por la Biblia y por la mitología griega, desde los tiempos en que la tonta de Eva hizo que Dios nos echara del Paraíso y la atolondrada de Pandora destapó la caja que llenó al mundo de desgracias. La cabeza de la mujer es el hombre, había explicado san Pablo a los corintios, y diecinueve siglos después Gustave Le Bon, uno de los fundadores de la psicología social, pudo comprobar que una mujer inteligente es tan rara como un gorila de dos cabezas. Charles Darwin reconocía algunas virtudes femeninas, como la intuición, pero eran virtudes “características de las razas inferiores”. Ya desde los albores de la conquista de América, los homosexuales habían sido acusados de traición a la condición masculina. El más imperdonable de los agravios al Señor, quien, como su nombre lo indica, es macho, consistía en el afeminamiento de esos indios “que para ser mujeres sólo les faltan tetas y parir”.

En nuestros días, se acusa a las lesbianas de traición a la condición femenina, porque esas degeneradas no reproducen la mano de obra. La mujer, nacida para fabricar hijos, desvestir borrachos o vestir santos, ha sido tradicionalmente acusada, como los indios, como los negros, de estupidez congénita. Y ha sido condenada, como ellos, a los suburbios de la historia. La historia oficial de las Américas sólo hace un lugarcito a las fieles sombras de los próceres, a las madres abnegadas y a las viudas sufrientes: la bandera, el bordado y el luto. Rara vez se menciona a las mujeres europeas que protagonizaron la conquista de América o a las mujeres criollas que empuñaron la espada en las guerras de la independencia, aunque los historiadores machistas bien podrían, al menos, aplaudirles las virtudes guerreras. Y mucho menos se habla de las indias y de las negras que encabezaron algunas de las muchas rebeliones de la era colonial. Esas son las invisibles; por milagro aparecen, muy de vez en cuando, escarbando mucho.

No hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino de las armas y de la palabra, ni tradición popular que no perpetúe el desprestigio de la mujer o que no la denuncie como peligro.

Enseñan los proverbios, transmitidos por herencia, que la mujer y la mentira nacieron el mismo día y que la palabra de mujer no vale un alfiler, y en la mitología campesina latinoamericana son casi siempre fantasmas de mujeres en busca de venganza, las temibles ánimas, las luces malas, que por las noches acechan a los caminantes. En la vigilia y en el sueño, se delata el pánico masculino ante la posible invasión femenina de los vedados territorios del placer y del poder, y así ha sido desde los siglos de los siglos.

Por algo fueron las mujeres las víctimas de las cacerías de brujas, y no sólo en los tiempos de la inquisición. Endemoniadas: espasmos y aullidos, quizás orgasmos, y para colmo de escándalos, orgasmos múltiples. Sólo la posesión de Satán podía explicar tanto fuego prohibido, que por el fuego era castigado. Mandaba dios que fueran quemadas vivas las pecadoras que ardían. La envidia y el pánico ante el placer femenino no tenían nada de nuevo. Y en este mundo de hoy, hay ciento veinte millones de mujeres mutiladas del clítoris.

No hay mujer que no resulte sospechosa de mala conducta. Según los boleros, son todas ingratas. Según los tangos, son todas putas (menos mamá). Confirmaciones del derecho de propiedad: el macho propietario comprueba a golpes su derecho de propiedad sobre la hembra. (…) Vuela torcida la humanidad, pájaro de un ala sola.“


Extracto del libro “Patas arribas. La escuela del mundo al revés” de Eduardo Galeano.

Buenos días. Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.



Hoy, 25 de noviembre, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Esta fecha se eligió para recordar a las hermanas Mirabal, de la República Dominicana, que fueron brutalmente asesinadas en 1960 durante la dictadura de Trujillo.

Desde mi convicción de la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de que la violencia es un método que debe ser eliminado de la práctica humana, dejo aquí 5 puntos para que quien quiera reflexione, busque información y procure aportar ideas y hechos a la creación de un mundo más humano.

  1. Cada mujer es un ser humano y, como tal, tiene todos los derechos recogidos en el texto más importante que hay para cualquier persona: la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
  2. Ningún varón, por el hecho de ser varón, puede considerarse superior a ninguna mujer ni creer que tiene más derechos que ella.
  3. La violencia no es un comportamiento humano.
  4. Usar la violencia contra las mujeres es una práctica especialmente inhumana que debe ser detectada y denunciada con prontitud.
  5. Todos debemos intentar crear un mundo en el que todas las personas sean iguales en derechos y en donde no haya ningún tipo de violencia. En este sentido, el Estado tiene también mucho que hacer.

Buenos días.