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jueves, 28 de marzo de 2013

Buenas noches. Pueblo


Estoy en una ciudad, pero en realidad esto es un pueblo. Vengo de dar una vuelta y de ver las procesiones de hoy. Lo de las procesiones a mí me parece una muestra de teatro total. El escenario es la calle. Hay unos protagonistas, con vestuarios especiales, y el resto de gente hace de secundarios, con cantantes de saetas espontáneos, con música a veces muy buena, con colorido, con arte en las imágenes, con ritmo en la marcha de los pasos que, en ocasiones, se convierten en una manifestación admirable de compás y de mutua implicación entre la música y el movimiento. Un ateo divino, como Luis Buñuel, disfrutaba también viéndolas y hasta era hermano de una cofradía, porque decía que estos espectáculos hay que financiarlos. Algunos -pocos- parece que tienen, además, fe y lo viven de otra manera, pero esto ya es cosa suya.

Lo que ya es otro asunto es que esta tarde va por la calle la gente empingorotada, con todas las galas al aire, como si fueran de fiesta. Muchos van de negro riguroso y algunas, de mantilla. Incluso he visto a un par de amigos míos, que yo creía que andaban en otra órbita, muy cargados de ropajes negros. Me parece que esto es ceder demasiado a la tradición, a costa de la cultura, pero ya digo que esto es un pueblo y que hasta es posible que a mí, que iba con un chaquetón normal, me hayan dicho que hay que ver cómo son estos de Madrid.

En fin. Ahora voy a seguir dándome gusto a la vista a otra ciudad, ésta mayor, pero me parece que más pueblerina aún. Habrá que quitarse de la cabeza esta noche estas chocheras pueblerinas para poder dormir a gusto. Tú, ya sabes, recuerda lo bueno que te haya dado la vida hoy, que es una buena forma de relajarse, respira bien hondo, como recomienda Nuria Ramón, y mándanos un buen chaparrón de cariño. Buenas noches.