Qué bonito es vivir, si no fuera por el mal, por los males, por los malos, por la maldad.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
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viernes, 19 de enero de 2024
viernes, 26 de junio de 2020
Dicho en el pasado. El origen de los males
26 de junio de 2016
Dónde está el origen de los males de la sociedad?
Si te parece, prescindamos de los dioses.
¿Estará en algunos seres humanos que son malos?
¿En quienes toleran a esos seres humanos malos?
¿En todos los seres humanos?
¿En la forma en la que está estructurada la sociedad?
¿En la economía?
¿En la ausencia de ética?
¿En las circunstancias?
¿En la ignorancia?
¿En el egoísmo?
¿En la codicia?
¿En la locura?
¿En dónde estará el origen de los males de la sociedad?
Buenas noches.
martes, 10 de septiembre de 2019
lunes, 29 de julio de 2019
viernes, 5 de julio de 2019
miércoles, 5 de junio de 2019
martes, 12 de febrero de 2019
Buenas noches. Miedo
El miedo mata. No me refiero a ese
miedo razonable que nos evita situaciones potencialmente peligrosas,
sino al miedo como criterio, el que nos hace huir de la vida porque
nos presenta lo negativo antes que cualquier otra cosa. Y me refiero
también al miedo que intentan difundir quienes aspiran al poder a
cualquier precio. Quieren hacernos ver, habitualmente con mentiras,
que todo ha ido mal, está mal y va a ir mal, salvo que ellos estén
en el poder. La masa no ilustrada tiene mucha facilidad para aceptar
este miedo.
Buenas noches.
viernes, 18 de enero de 2019
Buenos días. Mal
Disfruta de la ausencia de mal o
intenta relativizar el que tengas. Siempre es posible.
Buenos días.
viernes, 4 de noviembre de 2016
Los viernes, etimologías. 136. Las etimologías de Juan Carlos / y IV
Sigo,
y acabo, con la lista de palabras que me propuso mi amigo Juan Carlos
el argentino.
BIEN
En
latín clásico es bene.
Bene
y bonus
provienen de una raíz due/duo.
Está documentada en latín arcaico (esto no es hipótesis, hay
alguna inscripción del s. VII a. C.) la variante duenos.
Se vincula a una raíz indoeuropea que da en griego dínamis,
dinamita,
dinastía.
De esta raíz por otros vericuetos se crean bellus,
bello y beatus,
feliz. Bonus
viene de la raíz con sufijo dw-enos,
bene
de la forma adverbial dw-ene,
bellus
de un diminutivo del anterior dw-ene-lo-,
y beatus
de la raíz con otro sufijo dw-ye,
que crea el verbo beo,
ser feliz y su participio es beatus.
Sí, es cierto, un lío.
MAL
En
latín existe el adverbio male,
opuesto a bene,
y el adjetivo malus.
Vemos male
conservado en maledicencia.
Tiene muchos derivados: maldito,
maligno,
malevo,
malware,
malaria...
Hay una raíz indoeuropea, pero no parece que sea muy productiva.
Otras lenguas habrán creado, para el mismo concepto, otros vocablos.
ESPERANZA
En
latín es spes,
y de él deriva el verbo spero,
esperar. Y como en otros casos es normal que del verbo derive el
nombre, pues el español ha creado esperanza.
En la lengua actual ocurre esto a veces. De ver
se crea visual,
de visual
visualizar,
de este visualización...
La creatividad de los hablantes no tiene leyes. El sufijo -anza
es normal, ha creado templanza,
adivinanza,
enseñanza,
confianza...
La raíz sp-
se detecta también en prosperus,
y en griego ha dado el verbo σπάω
(spao), que significa sacar, extender, de donde viene espasmo
y spatha,
que a través del latín nos llegó como espada,
y espátula.
FE
En
latín es fides.
Hay en latín cinco declinaciones, con las cinco vocales, a
e i o u.
La quinta, la de la e,
tenía poco rendimiento, y, al pasar al castellano, casi todas las
palabras han ido a refugiarse en la a,
la de rosa-rosae,
la primera. Por ejemplo dies
se ha convertido en día,
pero algunas pocas han resistido, como especie
o
fe.
Fides
significa lealtad, confianza,
lo vemos en fidelidad,
fiel,
confiar,
confidente,
perfidia
(quebrantar la fides), infiel,
fiar,
federar,
porfía.
El cristianismo ha dado otro significado a fe.
Hubo un antiguo afiuzar,
dar confianza a alguien, que evolucionó a ahuciar,
y de este viene desahuciar,
que es perder la confianza el Banco en que vas a pagarle. La raíz es
indoeuropea, aparece en las más alejadas lenguas.
Y,
para acabar, le resumía yo a Juan Carlos que la teoría de las
raíces, aun siendo una hipótesis sin posible comprobación, está
tan cargada de argumentos por sabios tan cultos que es necesario
aceptarla. Las raíces sufren transformaciones muy grandes por
variaciones de vocales, por añadidos de sufijos, etc. Pero la
Lingüística es una ciencia muy seria y no hay más que entender,
aceptar y estudiar lo que los sabios nos dicen. Ejemplo: Nos dicen
que reloj deriva de logos
y nos quedamos perplejos, pero te explican que había un instrumento,
el horo-logium,
que estudiaba las horas, y que esta palabra ha ido sufriendo
evoluciones, desgastes, hasta llegar a reloj, y hay que aceptarlo
como algo científico. Aunque a veces hay discusiones, opiniones, y
unos autores defienden una cosa y otros otra.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Buenas noches. Rendijas
No sé si estarás de acuerdo, pero he
observado que el bien necesita una puerta bien grande para que entre
en la mente de cualquier persona. En cambio, el mal se cuela por
cualquier rendija. Esto es terrible.
Buenas noches.
viernes, 17 de abril de 2009
Descompensación
jueves, 3 de julio de 2008
Ya se acerca el triunfo final (I)
Un componente del universo, presente en él desde sus orígenes y cuyo nombre está maldito para algunos, que no aceptan ni pronunciarlo ni oírlo, viene incrementando su influencia y su poderío en nuestros días. Es la mierda.
Antiguamente a la mierda se la denominaba el mal, pero esto no era más que una estrategia propia de gente leída para huir hacia la estratosfera metafísica, tratar allí muy inteligentemente el problema y dejar mientras tanto aquí abajo la verdadera mierda pudriéndolo todo. No vamos a hablar, por tanto, del problema del mal, sino de la existencia real de la mierda.
Los desastres que produce la mierda no parece que tengan, ni mucho menos, solución. No obstante, de la misma manera que se hace con cualquier otra realidad, se debe tomar conciencia de la existencia de la mierda, analizarla y tratar de prever sus calamitosos efectos. Tras lo cual, seguramente no quede otro recurso que el de una huida condenada al fracaso.
Una primera aproximación al análisis de la mierda nos llevaría a distinguir entre la mierda social y la mierda humana. Ambas están profundamente relacionadas entre sí, no en vano la primera es hija predilecta de la segunda, de la cual emana.
Si desplegamos el catálogo de presentaciones de la mierda social, nos encontramos en primer lugar con la mierda comunicativa, en donde la televisión ocupa el lugar del producto estrella. Desde este punto de vista, la televisión puede ser considerada como un fractal, ya que tanto en su totalidad como en sus partes tiene la misma estructura: es mierda de altísima calidad.
Luego, nos topamos enseguida con la mierda medioambiental, con una amplia gama de precios y modelos. Algunos de estos tienen la sorprendente cualidad de ser invisibles a distancias cortas, detectándose muy bien, en cambio, desde lejos. Hay modelos que incluso, aunque no los veas, te afectan a los ojos y te hacen llorar. La mayoría de ellos te enferman y, aunque no siempre lleguen a matarte, se vuelven contra ti e incrementan tu dotación de mierda humana.
En las páginas centrales del catálogo hallamos la mierda política, con una enorme panoplia de variantes, enmascaradas todas ellas con llamativos e ingeniosos eufemismos: así, a los contratos de mierda para trabajar de mala manera y cobrar poco se los llama contratos basura; a los dormideros de mierda se los califica de infraviviendas; a la mierda de vida hipotecada hasta la muerte de tus herederos que producen los precios de mierda de las viviendas, en donde un ladrillo de mierda cuesta igual que un lingote de oro, se la denomina especulación o, más dulcemente, liberalización del suelo; a la mierda de trato que se le da a los enfermos en ambulatorios y hospitales se le designa como listas de espera o también saturación; a la mierda de educación, cuya responsabilidad se quiere endosar en exclusividad a los profesores, pero en la que colaboran con igual intensidad, por acción u omisión, los padres, la televisión, los dirigentes, los votantes, la legislación y los propios alumnos, se la califica de fracaso escolar; a la mierda de condiciones de inseguridad en las que trabajan los obreros se le endosa el tétrico apelativo de siniestralidad laboral; a la manera de resolver los problemas tarde y mal, dejando todo el tiempo posible para que la mierda haga un poco más de efecto, se le atribuye el término técnico de burocracia; a la creación de mierda bajo la forma de una estructura económica mundial, que permite que se incrementen los beneficios de unos pocos a costa del empobrecimiento cada vez mayor de todos los demás, se le llama globalización; a algunos de los seres que se dedican a la cosa pública y que se caracterizan por su incapacidad, su inmoralidad, su afición por la mentira, su torpeza, su afán por sobrevalorar, sin importarles que se note demasiado, el interés propio por encima de cualquier otro y por la concentración que muestran de múltiples variantes de la mierda, se les llama neoliberales.
La segunda parte del catálogo de la mierda social la ocupa la mierda ociosa, formada por todo un conjunto de artefactos tecnológicos destinados a matar el tiempo, es decir, a matar la vida. Nos encontramos aquí con la mierda de las consolas, la mierda de los reproductores de música con auriculares, la mierda de los juegos electrónicos, la mierda de los teléfonos móviles y, en fin, toda la serie de cacharros de mierda que, a través de pantallas y de teclas, sirven para fomentar el aislamiento estéril, el ensimismamiento empobrecedor y el individualismo deshumanizante. El sentido de los productos de la mierda ociosa no es otro que el de que los consumas y los uses hasta el abuso, cuantas más horas mejor, hasta que adquieras el hábito de olvidarte de que existen los demás y, sobre todo, de que tú mismo existes y de que tienes que vivir. La mierda ociosa es capaz de entronizar cualquiera de sus aparatos y de convertirte a ti en un súbdito inconsciente. Esto explica situaciones tan estúpidas como la del que se pone a hablar por el teléfono móvil en mitad de la calzada, sin la menor conciencia de que por allí pasan coches, o lo usa conduciendo, o la del que se va a un concierto, o al teatro o a clase con el mismo artefacto conectado, o la del que se pasa horas y horas de chateo, contándole sinsustancias a un desconocido, o la de esos aprendices de cretinos que emplean desconsoladamente su tiempo en luchar contra una consola.
La contraportada del catálogo la ocupa la mierda alimentaria. Se incluye aquí la mierda que los panaderos, carniceros, camareros y demás expendedores de alimentos tienen en sus atuendos y en sus manos, con las que tocan la mierda del dinero y con las que luego te dan el pan, te cortan el filete o te ponen un cubito de hielo en el vaso. También pertenecen a este apartado las altas concentraciones de colesterol disimuladas bajo las variadas formas de la mierda de la pastelería industrial. Y no se pueden omitir la mierda de las bebidas de garrafón, misericordioso procedimiento por el que se intenta evitar que los pobres y los jóvenes sufran mucho tiempo, procurando que lleguen cuanto antes a su meta final. Por último, para no confundir el catálogo con un inventario, se reseña la mierda de la comida rápida, peste en la que la hamburguesa sirve bien de ejemplo ilustrativo, ya que se ha convertido en el producto cuya sola mención se ha asociado estadísticamente más veces con la mierda.
Antiguamente a la mierda se la denominaba el mal, pero esto no era más que una estrategia propia de gente leída para huir hacia la estratosfera metafísica, tratar allí muy inteligentemente el problema y dejar mientras tanto aquí abajo la verdadera mierda pudriéndolo todo. No vamos a hablar, por tanto, del problema del mal, sino de la existencia real de la mierda.
Los desastres que produce la mierda no parece que tengan, ni mucho menos, solución. No obstante, de la misma manera que se hace con cualquier otra realidad, se debe tomar conciencia de la existencia de la mierda, analizarla y tratar de prever sus calamitosos efectos. Tras lo cual, seguramente no quede otro recurso que el de una huida condenada al fracaso.
Una primera aproximación al análisis de la mierda nos llevaría a distinguir entre la mierda social y la mierda humana. Ambas están profundamente relacionadas entre sí, no en vano la primera es hija predilecta de la segunda, de la cual emana.
Si desplegamos el catálogo de presentaciones de la mierda social, nos encontramos en primer lugar con la mierda comunicativa, en donde la televisión ocupa el lugar del producto estrella. Desde este punto de vista, la televisión puede ser considerada como un fractal, ya que tanto en su totalidad como en sus partes tiene la misma estructura: es mierda de altísima calidad.
Luego, nos topamos enseguida con la mierda medioambiental, con una amplia gama de precios y modelos. Algunos de estos tienen la sorprendente cualidad de ser invisibles a distancias cortas, detectándose muy bien, en cambio, desde lejos. Hay modelos que incluso, aunque no los veas, te afectan a los ojos y te hacen llorar. La mayoría de ellos te enferman y, aunque no siempre lleguen a matarte, se vuelven contra ti e incrementan tu dotación de mierda humana.
En las páginas centrales del catálogo hallamos la mierda política, con una enorme panoplia de variantes, enmascaradas todas ellas con llamativos e ingeniosos eufemismos: así, a los contratos de mierda para trabajar de mala manera y cobrar poco se los llama contratos basura; a los dormideros de mierda se los califica de infraviviendas; a la mierda de vida hipotecada hasta la muerte de tus herederos que producen los precios de mierda de las viviendas, en donde un ladrillo de mierda cuesta igual que un lingote de oro, se la denomina especulación o, más dulcemente, liberalización del suelo; a la mierda de trato que se le da a los enfermos en ambulatorios y hospitales se le designa como listas de espera o también saturación; a la mierda de educación, cuya responsabilidad se quiere endosar en exclusividad a los profesores, pero en la que colaboran con igual intensidad, por acción u omisión, los padres, la televisión, los dirigentes, los votantes, la legislación y los propios alumnos, se la califica de fracaso escolar; a la mierda de condiciones de inseguridad en las que trabajan los obreros se le endosa el tétrico apelativo de siniestralidad laboral; a la manera de resolver los problemas tarde y mal, dejando todo el tiempo posible para que la mierda haga un poco más de efecto, se le atribuye el término técnico de burocracia; a la creación de mierda bajo la forma de una estructura económica mundial, que permite que se incrementen los beneficios de unos pocos a costa del empobrecimiento cada vez mayor de todos los demás, se le llama globalización; a algunos de los seres que se dedican a la cosa pública y que se caracterizan por su incapacidad, su inmoralidad, su afición por la mentira, su torpeza, su afán por sobrevalorar, sin importarles que se note demasiado, el interés propio por encima de cualquier otro y por la concentración que muestran de múltiples variantes de la mierda, se les llama neoliberales.
La segunda parte del catálogo de la mierda social la ocupa la mierda ociosa, formada por todo un conjunto de artefactos tecnológicos destinados a matar el tiempo, es decir, a matar la vida. Nos encontramos aquí con la mierda de las consolas, la mierda de los reproductores de música con auriculares, la mierda de los juegos electrónicos, la mierda de los teléfonos móviles y, en fin, toda la serie de cacharros de mierda que, a través de pantallas y de teclas, sirven para fomentar el aislamiento estéril, el ensimismamiento empobrecedor y el individualismo deshumanizante. El sentido de los productos de la mierda ociosa no es otro que el de que los consumas y los uses hasta el abuso, cuantas más horas mejor, hasta que adquieras el hábito de olvidarte de que existen los demás y, sobre todo, de que tú mismo existes y de que tienes que vivir. La mierda ociosa es capaz de entronizar cualquiera de sus aparatos y de convertirte a ti en un súbdito inconsciente. Esto explica situaciones tan estúpidas como la del que se pone a hablar por el teléfono móvil en mitad de la calzada, sin la menor conciencia de que por allí pasan coches, o lo usa conduciendo, o la del que se va a un concierto, o al teatro o a clase con el mismo artefacto conectado, o la del que se pasa horas y horas de chateo, contándole sinsustancias a un desconocido, o la de esos aprendices de cretinos que emplean desconsoladamente su tiempo en luchar contra una consola.
La contraportada del catálogo la ocupa la mierda alimentaria. Se incluye aquí la mierda que los panaderos, carniceros, camareros y demás expendedores de alimentos tienen en sus atuendos y en sus manos, con las que tocan la mierda del dinero y con las que luego te dan el pan, te cortan el filete o te ponen un cubito de hielo en el vaso. También pertenecen a este apartado las altas concentraciones de colesterol disimuladas bajo las variadas formas de la mierda de la pastelería industrial. Y no se pueden omitir la mierda de las bebidas de garrafón, misericordioso procedimiento por el que se intenta evitar que los pobres y los jóvenes sufran mucho tiempo, procurando que lleguen cuanto antes a su meta final. Por último, para no confundir el catálogo con un inventario, se reseña la mierda de la comida rápida, peste en la que la hamburguesa sirve bien de ejemplo ilustrativo, ya que se ha convertido en el producto cuya sola mención se ha asociado estadísticamente más veces con la mierda.
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