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sábado, 2 de noviembre de 2013

Buneas noches. Teníamos ganas de vivir





No teníamos dinero. No hacíamos deporte por las tardes, salvo en raras ocasiones. Nos gustaba la música, pero no teníamos ocasión de ir a conciertos ni a recitales. Tener una guitarra entre las manos era una suerte. No teníamos oportunidad de ir al extranjero. Las tentativas proselitistas de los distintos sectores de la Iglesia Católica nos amenazaban casi todos los días. Seguíamos las tradiciones hasta que empezamos a ser críticos. El instituto era un lugar de trabajo y de aprendizaje. Visitábamos las bibliotecas buscando información y lecturas. Nos divertíamos de forma bastante sencilla. De vez en cuando, con un tocadiscos y en un garaje, organizábamos guateques que sabían a gloria. Diseñábamos proyectos de todo tipo, algunos de los cuales lográbamos realizar. Hicimos hasta una película. La imaginación se desarrollaba de manera espectacular. Había institutos de chicos e institutos de chicas, hasta que fueron mixtos, cosa que se convirtió en una especie de revolución. La familia poco a poco se iba convirtiendo en un núcleo de gente extraña que no entendía nada de lo que nos pasaba. Si destacabas, alguien te elegía para algo. Cualquier novedad era un mundo que se abría delante de nosotros. No teníamos grandes adelantos tecnológicos. La vida era, quizá, un tanto rutinaria, pero no nos aburríamos y teníamos ganas de ser, de crecer y de vivir. Buenas noches.