Ya está aquí el prototipo de hombre
nuevo. El modelo de la más reciente versión del ser humano va en
bicicleta, no respeta ninguna norma de tráfico -nadie, por otra
parte, ha comprobado si las conoce o no-, va por donde quiere, tanto
por aceras como por calzadas o por pasos de cebra, circula a la
velocidad que le da la gana y corre por la vida como si los demás no
existiéramos. Kant le preguntaría por lo que ocurriría con los
peatones si a la mitad de los ciudadanos se le ocurriera ir en
bicicleta por las aceras, pero los ciclistas actuales no parece que
se pregunten nada. Van a lo suyo, como si estuvieran solos en la
vida. Son el ejemplo más claro de cómo actúa el hombre nuevo que puebla nuestras ciudades.
Sé que esto es una generalización y
que corre el riesgo de ser injusta, pero en los últimos años veo a
diario a un buen número de ciclistas. Sólo uno de ellos se ha
parado en un semáforo en rojo.
Buenas noches.