Cualquier opinión tiene que estar acompañada de algún argumento que la justifique. No que la demuestre, porque entonces ya no sería una mera opinión, pero sí que la apoye y que la respalde. Si no, a mí no me vale para nada bueno. Una opinión sin justificar no es más que una ocurrencia que, si alguien se la cree, puede llegar a ser peligrosa.
Si yo digo, por ejemplo, que no me parece bien que en la sociedad circulen bulos, y lo digo sin justificar, esta opinión no vale más que si digo lo contrario.
Si afirmo, en cambio, que no me parece bien que circulen los bulos, debo añadir mi argumento: los bulos son mentiras interesadas. Por ser mentiras, ya carecen de valor. Y, por ser interesadas, solo van buscando la adhesión de cualquier mente débil, poco formada y mal informada, para que le dé su apoyo al interés que esconde el bulo, pero sin que tenga conciencia de las consecuencias de lo que realmente está haciendo.
Hoy, como siempre, como seres humanos que somos, tenemos que racionalizarlo todo, si queremos construir un mundo también humano. los bulos, los caprichos, las ocurrencias, los disparates, las mentiras y las afirmaciones vacías no activan ningún mecanismo que nos humanice. Y con nuestra estructura mental, o nos humanizamos o nos embrutecemos.