La cosa es tan desagradable que lo peor que podemos hacer es razonarle algo a alguien. La razón es la principal característica que nos diferencia de los animales, y, sin embargo, muchos humanos sienten verdadera aversión a un argumento razonado. Prefieren una orden, un grito intimidatorio, una multa o un castigo. En el fondo, lo que prefieren es hacer solo lo que les da la gana y nada más. ¡Qué soledad galopante!