Hemos seguido desde hace años a BIZNAGA, el grupo madrileño-malagueño, y sus letras cargadas de intencionalidad política. Lo que
sorprende ahora es su abandono total de la metáfora para llamar a las cosas por su nombre. Esto es punk en su quintaesencia, la denuncia social explícita, el panfleto convertido en canción. Esto es lo normal, lo anormal es que normalmente los músicos estén calladitos.