No es bueno precipitarse a la hora de
juzgar a una persona. En general, no es demasiado bueno ir haciendo
juicios en lugar de análisis sosegados, razonables y equilibrados,
pero mucho menos lo es si nos precipitamos. A las personas, más que
juzgarlas, es mejor comprenderlas, procurar ver la vida desde sus
ojos. Así, es probable que nos ahorremos una situación
desagradable, que encontremos una posible amistad o que prefiramos
olvidarnos de esa persona y evitar algún disgusto. Juzgar a una
persona normalmente equivale a dos dañinas condenas a la soledad.
Buenas noches.