Carta al Director publicada por Andrés Morales López el 4 de marzo de 2015 em El País.
Esta mañana he estado en el Instituto Nacional de la Seguridad Social y he salido llorando. Lo he hecho con rabia y con una enorme tristeza. Me he sentido vejado y no por la admirable dedicación del funcionario que buscaba y buscaba una solución para mí sin poder dármela. Me he sentido humillado, arrojado, escupido como una flema del sistema.
Tengo 61 años y nunca en los últimos 40 he dejado de formarme, ni de cotizar a la Seguridad Social, ni de contribuir al sistema que, ahora que he sido expulsado del mercado de trabajo, no quiere saber nada de mí. Una sociedad que expulsa a sus jóvenes y permite que sus mayores se pudran en la indigencia no merece ser considerada como tal.
Soy autónomo. Desde hace 12 años pertenezco a esa subclase de expulsados del régimen general y abocados a la estafa del emprendimiento. Víctimas de la “alfombra roja” de todos los Gobiernos, apátridas sin derechos. Ciudadano de ese lugar al que se ven arrojados cada día más trabajadores que, como yo, trabajan para empresas sin pertenecer a sus plantillas; sin derecho a enfermar, sin derechos laborales ni sociales, condenados a permanecer en un régimen que los retiene pagando hasta la vejez sin poderte retirar, sin salidas.
Mis lágrimas son de rabia porque no me resigno. Yo se lo he dado todo al sistema; el sistema tiene una deuda conmigo, no puede escupirme y no darme una salida. Esas lágrimas son también de tristeza de ver la falta de escrúpulos de los que hacen las leyes. De ver cómo prometen al final de la legislatura los mismos tres millones de puestos de trabajo que prometieron al principio, de ver cómo venden el humo del futuro: lo bueno siempre está por venir pero sólo para los contribuyentes.— Andrés Morales López. Autónomo.