Hay veces que le prestas tu atención
más a lo que no se ve que a lo que se ve. Te preguntas entonces cómo
es posible que lo que no captas con los sentidos -las ideas- sea tan
importante para tu vida. La belleza que encierran a veces estas
construcciones mentales es estremecedora. Y la que encierran y puede
que muestren las sucesiones de ideas, los argumentos y los
razonamientos que demuestran algo pueden ser de una calidad sublime.
Imagínate que te enfrentas con un problema que te interesa resolver.
Si, después de pensarlo mucho, de ensayar diversas posibilidades,
encuentras el hilo argumental que resuelve el asunto encadenando una
serie de ideas, entonces podrás degustar la belleza de la que te
hablo. O cuando, después de leer una novela o de ver una película,
recuerdas el argumento y compruebas cómo encajan en él todas las
piezas que recuerdas. En el fondo, somos sensibles a la belleza de
las ideas porque somos seres racionales y sólo lo que encaja en
nuestra forma de ser es lo que valoramos.
Cuando cierras los ojos, lo que tienes
en tu mente son sólo ideas. Escoge entre ellas las más bellas que
recuerdes. Recréate en ellas. Disfrútalas. Y, acto seguido, reparte
todo el cariño que te salga del alma entre quienes quieras. La nube
de amor que fabricas cada noche es también una idea, una bella idea. Buenas noches.