Ayer estuve viendo la obra
“ProtAgonizo”, en el pequeño y atractivo Teatro del Barrio.
Escribo esto no como una crítica -no osaría hacerlo, Ester-, sino
para sugerirte, amig@ lector@, que vayas a verla. Hoy a las 20:00 es
la última función. Te olvidas del mundo, te ríes, piensas y ves a
una actriz enorme representar un papel, “su” papel.
La actriz, Ester Bellver, sale al
escenario con el cuerpo desnudo y con la mente vestida con velos
tejidos en diversas épocas de su vida. A lo largo de la obra, los
velos van cayendo uno tras otro y va quedando una mente, una vida,
más o menos al desnudo, que nunca se sabe si uno es capaz, aun
queriendo, de sacar fuera todo lo que la experiencia vital va
fraguando y va depositando en tu más recóndita intimidad.
Poco a poco, la protagonista
protagonizante va rememorando su infancia, sus experiencias en la
escuela, esas que, sin querer, nos marcan tanto, su adolescencia, sus
diversas actividades teatrales, siempre variadas y en contacto con
grandes nombres de la escena, su presente y su futuro. En ese viaje
hacia el interior, va saliendo su manera de entender la vida, su
estilo, su visión del mundo, las dificultades que nos va presentando
la vida a la hora de elegir, o de vivir con los demás.
Ester Bellver habla, canta, baila,
dialoga, domina el ritmo del espectáculo y es capaz de hacerte reír
y pensar. Me gustó su manera inteligente de hablar de su propia
vida, rompiendo esquemas establecidos, diciendo claramente lo que
quería decir y riéndose de sí misma, cosa que sólo los muy
dotados son capaces de hacer.
Me pareció un espectáculo en el que
se puede disfrutar y del que sales más vital que cuando entraste.
Hoy es el último día -no sé si por ahora. Mañana, a las 19:00, la
actriz representa una obra con textos de Agustín García Calvo en el
mismo lugar. Aunque no sé si podré, intentaré ir.