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viernes, 8 de diciembre de 2023

María Antonia, la esclava que compró su alma, por Esther Bajo, en MasticadoresFEM



 Nació en El Congo en 1740. Su vida estaba marcada por las labores familiares y, sobre todo, por el miedo, pues no pasaba una semana sin que alguna aldea vecina se viera asaltada por grupos de blancos armados que llamaban portugueses y encadenaban a todo hombre o mujer joven que encontraran y se los llevaban en un viaje sin retorno a no se sabe dónde. Otras veces eran los propios soldados del rey los que, se decía, apresaban a la gente para venderla a los blancos a cambio de otros productos, como si fuera comparable un ser humano con un espejo o una pieza de tela. Ella tenía quince años cuando el asalto se produjo en su aldea. Encadenada y enjaulada, fue llevada...

Puedes leer el artículo completo de Esther Bajo pulsando aquí.




jueves, 16 de junio de 2022

Breve historia de una vida




 
Le pusieron delante el modelo de vida que les interesaba, con un chalecito adosado e hipotecado en las afueras, en una urbanización con piscina que creyó que era su parcela en el paraíso, y un coche grande, enorme, todoterreno, para poder visitar una finca que no tenía, pero que en cuanto se instalaba en él, sentía que estaba sentado en su propio trono.

Con esas dosis de anestesia en la mente lo habían expulsado de la ciudad, en donde su cercanía no era agradable para ellos. Como mucho, le concedían que volviera para hacer compras, a dejar dinero, a beber y a divertirse. Antes ya le habían privado de cultura, sobre todo para que no practicara el difícil arte de pensar, no fuera a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo. Ellos sí se quedaron en la ciudad, en buenas casas rodeadas de buenos restaurantes y con buenos servicios.

Lograron que se sintiera único, el mejor, un triunfador, y que se adornara con deudas varias durante años. A la vez, extrañamente, consiguieron que se considerara rico, importante, aunque en realidad fuera un empleado esclavizado y sobreexplotado más, incluso que se creyera un empresario, una especie de Florentino en pequeño, o lo que su imaginación o su frustración, empujadas por el cebo que le habían mostrado, le hicieran creer.

Una vez instalado en su cárcel, que él confundía con su paraíso, y separada su existencia y sus circunstancias de las del resto de seres humanos que le acompañaban en el viaje, se identificó con sus amos, con quienes le manejaban en su absurda ceguera, con quienes le engañaban para hacerle creer que era un rico triunfador, cuando no era más que un pobre ser obligado a trabajar lo necesario y más, endeudado y, a lo sumo, con unos ahorrillos casi improductivos.

Pronto comenzó a alabar a quienes le querían convencer de que era libre, aunque en realidad fuese un esclavo con gruesas cadenas invisibles que, gracias al caduco e inhumano sistema económico imperante, le ataban a su trabajo o, incluso, a su paro, a su sueldo, quizá mísero, pero que él creía que era una fortuna. Ensalzaba a quienes le amarraban a su rutinaria y dura vida, la mejor de las vidas posibles, según él, porque no tenía otra. Elogiaba a quienes le habían sumido en el individualismo y en el egoísmo, que le proporcionaban una soledad que él consideraba que era el estado natural de la existencia. Echaba flores sin parar a quienes le habían instalado en la cabeza los más inhumanos prejuicios contra los otros, contra casi todos. Él los había aceptado, se los había creído y se había embrutecido con naturalidad, sin que fuera consciente de su proceso.

Y entonces sucedió el gran acto suicida de su existencia: en las elecciones comenzó a votar a sus amos, a aquellos que le ofrecían unos magníficos buñuelos rellenos de nada, a quienes le quitaban los servicios públicos que él, sin enterarse, pagaba con sus impuestos, a quienes le amarraban a su triste existencia con unas pesadas cadenas que él no veía, pero que estaban ahí, presentes y eficaces. Votó a quienes le hacían creer que era lo que no era, a quienes, sin que él lo advirtiera, le habían instalado en su mente las mentiras que más le interesaban a ellos para mantenerlo con supuestos ideales, con un falso sentido para su vida que le impidiera tomar conciencia de lo que realmente estaba haciendo. Así se fue haciendo poco a poco racista, xenófobo, machista, intolerante, fascista, mezquino, egoísta y retrógrado. Y, sobre todo, le introdujeron en su vida uno de los más inhumanos sentimientos que se pueden tener: el odio a todo lo que no fuera lo que pregonaban sus amos.

En su juventud había oído que el amor lo podía todo. Ahora practicaba la máxima de que el odio gana cualquier batalla. La vejez llegó y lo encontró en una soledad no asumida, sin aficiones constructivas, sin entretenimientos sanos, con bastante menos ahorros de los que había tenido, porque había tenido que pagar la educación privada, la sanidad privada, el plan de pensiones privado, el chalé y los coches, pero con una hoguera en el alma de solitario que le hacía odiar casi todo lo que existía. Nunca llegó a odiarse a sí mismo, que quizá hubiese sido la única manera de que se diera cuenta de su situación.

Un día se murió, y solo entonces se liberó de su esclavitud y de su ausencia de humanidad, pero a esas alturas ya no tenía tiempo para vivir.

jueves, 2 de junio de 2022

Esclavos




 Los esclavos tardan cada vez más tiempo en ver sus cadenas, y cuando las ven, creen que son naturales, como sus pies o sus manos. No tienen preparada su mirada.

sábado, 17 de febrero de 2018

Buenas noches. Confianza



No puedes amar a alguien si no tienes confianza en él. Pero en lo que consista esa confianza debe aclarase y no debe convertirse en una atadura, en una esclavitud. 

Buenas noches.


sábado, 30 de diciembre de 2017

Buenas noches. Libres



La verdad, al parecer, nos hará libres, pero, de momento, son algunas opiniones las que nos pueden ir haciendo menos esclavos. 

Buenas noches.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Buenos días. Esclavitudes


Revisemos nuestras esclavitudes. 

Buenos días.


miércoles, 6 de abril de 2016

Buenas noches. Refugiados


Pronto empezarán a llegar refugiados a España. Será una verdadera invasión y no procederán de un solo país, sino de muchos; prácticamente, vendrán de cualquier parte. Se trata de personas, de familias enteras, que no pueden soportar vivir en sus países de origen, en donde las condiciones laborales, la explotación que soportan o que practican, la ausencia de tiempo libre, incluso el clima les empuja hacia lugares en los que la vida les resulte más humana. Estos refugiados serán recibidos con los brazos abiertos, porque vendrán con dinero fresco, aunque sea poco, y algo dejarán. Serán tratados con la delicadeza neoliberal que caracteriza nuestro sector servicios y se marcharán luego encantados, con la piel tostada como si hubieran estadio trabajando en el campo, y el ánimo encandilado por haber podido gozar de unos días de verdadera libertad. Tras su paso quedará un buen rimero de camareros, cocineros y personal de hoteles, hombres y mujeres -previsiblemente, más mujeres que hombres- que, tras unos meses de práctica esclavitud, volverán a engrosar las listas del paro y a darle vueltas en la cabeza a la posibilidad de refugiarse en algún otro país.

Buenas noches.

viernes, 8 de enero de 2016

Buenas noches. No al machismo 28



La belleza puede convertirse fácilmente en un motivo de esclavitud para la mujer. 

El machista cree tener los criterios estéticos definitivos y los más convenientes para la mujer. 

Le interesa entrometerse en estos asuntos porque sabe que así ejerce su dominación. 

Buenas noches.


martes, 17 de junio de 2014

jueves, 5 de junio de 2014

Buenas noches. Esclavitudes



Es muy bueno tener un cuerpo sano y bello, pero no se puede ser esclavo del cuerpo.

Es imprescindible tener ideas propias, razonables y acertadas, pero no es bueno ser esclavo de ninguna idea.

No es tan sencillo ser libre.

Buenas noches.

miércoles, 11 de enero de 2012

El vientecillo de la libertad



No es fácil ser libre. A algunos no les gusta nada de nada que los demás puedan ser libres y hacen todo lo posible por que no lo sean. Pero hay veces en las que el mayor inconveniente para la libertad es uno mismo. Sin saber cómo y sin darnos cuenta, nos esclavizamos y nos impedimos ser libres. Nos esclavizamos por los prejuicios que se instalan en nuestra mente y que no criticamos para echarlos fuera. Nos esclavizamos por los deseos, sobre todo por los menos razonables, que arrastran nuestra voluntad hacia donde no deberíamos ir. Nos esclavizamos por nuestras costumbres, heredadas sin saber cómo ni por qué, que tantas veces nos impiden elegir lo diferente, lo nuevo, lo mejor. Nos esclavizamos por nuestros vicios, esos que hemos dejado ir entrando en nuestras vidas hasta que hemos logrado que acaben con nuestra voluntad. Nos esclavizamos por lo que no entendemos, por lo que no nos gusta y lo vivimos como un atentado que nos hace ir a la defensiva. No es nada fácil sentir el vientecillo de la libertad.

sábado, 13 de diciembre de 2008

¿En qué consiste actuar como un ser humano? / 6: Esclavitud

El peligro de que el mundo sea tan grande es que caben en él demasiadas cosas, hasta las que no deberían caber.

La otra cara de la moneda de la libertad es el mal, el horror, el sufrimiento.

Las fechas son relativas. El siglo XXI en Europa no es lo mismo que el siglo XXI en otros lugares.

Aún hoy, en este inmenso mundo, en donde la libertad se concibe como uno de los grandes valores de la humanidad, en pleno siglo XXI, sigue existiendo la esclavitud.

Fíjate en esta mujer.



Se llama Hadijatou Mani. Ha sido esclava durante 13 de sus 25 años.

Tuvo la valentía, la fuerza y la suerte de poder luchar contra su esclavitud y ganó.

Ahora lucha por salvar a los 43.000 esclavos que existen aún en su país, Níger.

El País del 12/12/2008 traía la noticia.

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