No sé si este caballero llamado Federico Trillo es un enterado que engaña a cualquiera de cualquier modo, siempre que le interese, o es un ignorante descomunal que no para de decir y de hacer barbaridades allá por donde esté.
Recuerdo de él que, cuando era Ministro de Defensa y pese a que había informes contrarios, se llevó la Escuela de Infantería de Marina, que llevaba 120 años en San Fernando, Cádiz, a su pueblo natal, a Cartagena. Era un regalito caro, que en su día fue calificado de catetada, pero que le interesaba hacer.
Luego pasó lo del avión, lo del Yak 42, en donde le echó la culpa a todo el que pasaba por allí menos a él mismo.
Más tarde, que yo recuerde, se ha puesto a dirigir las relaciones del PP con la justicia y ahí anda ahora enredando y haciendo ver que se ve lo que no se ve o al revés, según convenga.
Ahora se dedica a pontificar sobre lo que debería haber hecho el gobierno en el caso de la liberación del etarra Troitiño, dogmatizando sobre quién debería haber sido detenido por la policía, a las órdenes del ministro Rubalcaba, aunque no tuviera mandato judicial para ello, lo cual supondría un delito de detención ilegal. Y, además, carga contra el juez que hizo lo posible para que el etarra volviera a prisión, pero se olvida del otro juez que decretó su libertad, afín a su ideología.
La postura del señor Trillo es muy burda, muy gruesa. Yo creo que sabe que es incapaz de convencer a nadie que tenga un poco de criterio y que no se deje engañar con monsergas y que, en cambio, se dedica a apuntalar a los que van con las vísceras en la cabeza, no sea cosa de que se les escape alguno de sus votos. Mientras tanto, él se rebaja a la condición de maniobrero, de cínico con corbata, y va contribuyendo a desbaratar el país, contándonos milongas y fomentando el todo vale, mientras a él le interese. Mal ejemplo, señor Trillo. Alguien le debería llamar la atención.