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lunes, 5 de junio de 2017

Otro día en la Feria del Libro de Madrid.



Otra tarde en la Feria del Libro de Madrid. Fue hace unos días. Tengo un montón de cosas entre manos, pero hay días en los que desde el más profundo centro de tu ser te sale un deseo, acompañado de un convencimiento irrenunciable, de que debes dejar tus asuntos en la bandeja que dice “Para mañana” y obrar en consecuencia. Tras lo cual me encaminé al Retiro a ver en un día de diario lo que en un día de fiesta es más difícil de ver: libros de cerca, para hojearlos y para cogerlos o para dejarlos.

La tarde era perfecta. No hacía mucho Sol y la amenaza de lluvia -siempre hay amenaza de lluvia en la Feria del Libro- no parecía que fuera a hacerse realidad, así que me encaminé al recinto con ganas de disfrutar.

Lo primero que vi fue a la exalcaldesa, esposa del expresidente, con dos niños pequeños de la mano, paseando por el centro de la calle. Me pareció una de esas personas que va a la Feria del Libro sin ningún ánimo de ver libros, sino simplemente a echar el rato, quizá a decir que ha estado en la Feria del Libro, a ocupar sitio o vete a saber a qué. Hay visitantes curiosos en la Feria. Los que peor me sientan son los que van con perros, especialmente los que acuden con perros pequeños. Los grandes yo creo que, en medio del gentío, pasan un calor tremendo. ¡Pobrecitos! -exclamó un paseante al ver a un señor que llevaba muy despacio a dos perros enormes. Lo de los perros pequeños tiene más delito. Llevar por allí abajo a un animal de no más de treinta o cuarenta centímetros de altura, en un lugar lleno de gente, en donde muy pocos andan mirando hacia adelante, sino a la derecha o a la izquierda, que es en donde están las casetas, los libros y los autores, es una experiencia que deberían vivir en sus propias carnes los dueños de los perros. Más de un susto involuntario se ha llevado por mi parte algún pobre perrillo con el que me he tropezado andando por allí.

El objetivo principal era ver con calma las casetas, las novedades o lo que editoriales menos conocidas expusieran en sus mostradores. El segundo era encontrar Examen de ingenios, el último libro publicado por José M. Caballero Bonald, en la editorial Seix Barral. Pronto me dijeron que estaba agotado y que al día siguiente lo traerían. Me fastidiaba este asunto, así como que no me lo pudiera llevar firmado por el escritor jerezano, pero, según lo vi no hace mucho en un restaurante de Madrid, de larga historia, no creo que el maestro esté para estas faenas. Preguntaba por él en las librerías que iban apareciendo, pero el resultado era el mismo, hasta que cuando ya me volvía para casa, al pasar por una caseta en donde había visto a una librera que no era oficialmente guapa, pero que a mí me lo parecía, hice el último intento. Tenía, no uno, sino dos ejemplares, allí arriba, mezclados con otros de la misma editorial. Me dio mucha alegría el hallazgo y me fui con él como quien ha encontrado un tesoro.

Realmente el libro del Caballero Bonald es un tesoro. No recuerdo quién dijo que escribir bien era saber poner los calificativos adecuados. Eso me parece importante, pero es que este hombre pone bien los calificativos, los sustantivos, los verbos y hasta las preposiciones. En este libro hace unos breves retratos de escritores y artistas que ha conocido, desde Azorín hasta Juan Gelman, pasando por cualquier intelectual que se te pueda ocurrir. Por lo que he leído, el libro es una gozada.

Antes encontré un librito de Byung-Chul Han, un coreano que estudió filosofía en Friburgo, titulado La sociedad del cansancio, publicado por Herder. Intuyo que puede ser muy interesante, porque, si lo miramos bien, la mayoría de las 'patologías' mentales que padecemos hoy tienen que ver con el cansancio.

Y encontré también a Carlos Augusto Casas, a quien me había presentado unos días antes Mariaje López, la autora de Beatricia, cuando coincidimos en la presentación del libro de Salvador Robles Miras, El delantero centro se niega a jugar. Carlos tenía allí su último libro, titulado Ya no quedan junglas adonde regresar, publicado por MAR Editor, con el que ha ganado el VI Premio Wilkie Collins de Novela Negra. Según me puso en la dedicatoria, es un libro de amor y de venganza y me parece que puede dar mucho de sí.

Hoy he vuelto a la Feria. Sabía que mi amiga Rosa Sánchez firmaba su libro ¿Por qué ahora?, de la Editorial Atlantis, y no quería perder la oportunidad de que me lo dedicara, cosa que hizo. Me parece un libro intrigante y que probablemente se lea de un par de sentadas. Quedó constancia fotográfica del encuentro.

Lo de los autores firmantes ha sido hoy un tanto peculiar. Vi el anuncio de que alguno famoso firmaba ejemplares, a la vez, en dos casetas distintas, aunque no estaba en ninguna de ellas. Otros, bastantes, si estaban anunciados a las 11, a las doce menos cuarto aún no habían aparecido. No sé si es que, más que una noche en blanco, habrían tenido una noche blanca. No me hizo mucha gracia esa desconsideración con el visitante. Allá ellos.

Iba hoy también a por el catálogo de PhotoEspaña, la gran exposición fotográfica que irá apareciendo poco a poco y cuya visita conviene preparar.

Y, por último, me hice con Tierra de Campos, lo último de David Trueba, que, como siempre, habla de la vida profunda del ser humano. Sospecho que me llevará más de una sentada. Está publicado por Anagrama.


A la vuelta, buscando sombras y siguiendo mi poco recomendable sentido de la orientación, me perdí y aparecí en un lugar no lejano, pero insospechado. Como tengo que andar, que la vida no sólo va a ser escribir y leer, no me vino mal la pérdida.

sábado, 27 de mayo de 2017

Lo que yo buscaría en la Feria del Libro de Madrid. Beatricia


BEATRICIA o la búsqueda del sentido de la vida

Vivir es siempre, en cualquier lugar y a cualquier edad, seguir aprendiendo a vivir. No es fácil en nuestro mundo llegar a hacer real esta idea. Primero, porque en sí misma esta tarea es compleja y arriesgada. Y, segundo, porque nuestro estilo de vida no favorece que nos paremos, siquiera un poco, a reflexionar sobre aquello en lo que pueda consistir vivir y sobre la manera idónea para convertirnos en lo que realmente somos, a saber, seres humanos en busca de su humanidad concreta. Si nos lo planteamos honestamente, me parece que estos son los dos asuntos fundamentales con los que cualquiera de nosotros debe enfrentarse para intentar encontrarles una solución vitalmente satisfactoria.

De ambos habla, con una sorprendente sencillez y con una emocionante sabiduría, Beatricia, la novela escrita por Mariaje López y publicada por MAR Editor. El libro es una trasposición al campo de la literatura de lo expuesto por Arancha Merino, experta en Ingeniería Emocional, en su libro Haz que cada mañana salga el Sol. Para ambas el ser humano no puede ser considerado como un ser simplemente racional, porque hoy no se concibe la razón humana como una razón pura, desligada de nuestro funcionamiento real en la vida. Por el contrario, nuestra racionalidad es un complejo entramado de conceptos, juicios y argumentos lógicos, junto con emociones y sentimientos, de tal manera que éstas no pueden funcionar en la vida sin aquéllos y viceversa.

Beatricia se centra, sobre todo, en el mundo de las emociones y sigue las pautas de la mejor novela fantástica. En el libro se explica, desde una perspectiva vital práctica, en qué consisten cada una de las seis emociones básicas, es decir, el miedo, la tristeza, la rabia, el orgullo, el amor y la alegría, así como cuáles son sus funciones en una vida humana que aspire a ser buena.

Es muy posible que el lector se vea pronto sorprendido por la caracterización positiva que se hace de las emociones, cosa que nuestra cultura y nuestra educación no han sabido, en general, transmitir convenientemente. Y, sin embargo, es de una utilidad vital grande comprender, por ejemplo, que el miedo no es tanto un freno que nos impide vivir, sino lo que nos defiende de eventuales amenazas ofreciéndonos seguridad. O que el orgullo es el que nos permite reconocernos tal como somos y el que facilita que tomemos nuestro propio camino. O que la tristeza nos sirve de una grandísima ayuda a la hora de aceptar lo inevitable.

Ciertamente, Beatricia es una novela del género fantástico, pero la autora ha sabido dotar a la fantasía con unas características tan cercanas a la vida del ser humano que hasta los personajes más extraños nos resultan cercanos, pudiendo hablarnos como si fueran como nosotros, sin dejar de ser ellos mismos. Y es que Beatricia es un libro que huele desde el principio a ternura, a amor al ser humano, al mundo y a la vida, y también a la limpieza de las actitudes y de las intenciones y a la búsqueda de todo lo valioso que hay más allá de lo que vemos y de lo que creemos ser.

Por otra parte, Beatricia es un libro, a la vez, terapéutico y preventivo. En efecto, un conocimiento bien fundamentado de nuestra propia realidad personal puede ayudarnos a superar, en algún momento, situaciones desagradables o peligrosas. Y no hay nada más útil ni necesario para nuestra propia existencia que aquello que nos hace ver que el gran camino, el único que tenemos que recorrer, es el que nos lleva a buscar el sentido de la vida, a descubrir una forma satisfactoria y humana de vivir que sea válida y apetecible para todos.

Mariaje López ha sabido usar en esta novela una prosa, en el fondo, poética, dotada de una muy bella musicalidad, que hace sumamente placentera su lectura, especialmente si se hace en voz alta y saboreando cada una de las sílabas. Con ella nos descubre algunos de los secretos de la mente humana, esos que aparecen ante una mirada atenta como agazapados detrás de las apariencias, y nos hace ver la importancia trascendental de la voluntad, de las emociones y del amor si queremos seguir cada día aprendiendo a vivir.


Te lo envían a casa desde esta dirección:  
http://www.edicionesirreverenteslibreria.com/epages/ea9759.sf/es_ES/?ObjectID=93499076 




lunes, 28 de mayo de 2012

Ángel Guinda en la Feria del Libro esta tarde


Hoy, 28 de mayo, firmará ejemplares, de 19h. a 21h., de su nuevo libro

Caja de lava

en la caseta 68 de la librería Rafael Alberti.




Un poema de Caja de lava:

SOLEDAD

¡Qué soledad sin ti estar conmigo!

Como el sol sin los mundos que ilumina

¡Qué soledad más sola estar sin mí!


viernes, 27 de mayo de 2011