El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Tengo
que espabilar. Estoy
estresado, perezoso, como en estado de hibernación (o de
“inviernación”, que es lo mismo), y cuando estoy así, no se me
ocurre nada ni estoy para casi nada. Vendrán
días mejores. En
cuanto me espabile. Buenos
días.
Muchas personas conviven con la sensación de estar permanentemente en alerta, como si de su cabeza saliese un piloto rojo que no se apaga nunca. La presión en el trabajo, las tensiones emocionales en casa, los malabarismos para conciliar la vida laboral y familiar o la excesiva dependencia de las tecnologías les mantienen en un alto nivel de tensión. Se sienten arrollados por el vertiginoso trajín cotidiano y creen que no pueden con todo. El estrés causa el 30% de las bajas laborales en España, según datos del Ministerio de Empleo. Y, junto con la ansiedad y la depresión, ha trascendido la puerta de las consultas médicas hasta convertirse en una epidemia social.
El estrés y la ansiedad «están muy relacionados y pueden llegar a confundirse», asegura Amaia Bakaikoa, psicóloga clínica y sexóloga. Sin embargo, según apunta la especialista, ambos términos presentan sus diferencias. El estrés «está causado por una situación más identificable y tangible, externa a la persona». Por ejemplo, acontecimientos como la sobrecarga laboral, la visita de los suegros, una reunión con el jefe…
En la ansiedad, en cambio, intervienen «factores más psicológicos y emocionales», afirma la psicóloga clínica. La causa no tiene por qué ser real y suele ser más vaga o difusa. «Es una interpretación irracional sobre un peligro, como si tuviéramos una preocupación y un miedo desmedido por algo».
Cierto nivel de estrés o ansiedad es positivo, pero si sientes que el existente en tu vida no lo es, nuestra psicóloga te dan nueve consejos para aprender a sobrellevarlo:
Buscar un equilibrio8 horas para dormir, 8 para trabajar y 8 para el ocio
«Hay que dedicar ocho horas al descanso, ocho al trabajo y otras ocho al tiempo libre para conseguir un equilibrio emocional. Las personas con adicción al trabajo suelen estar estresadas porque tienen esa proporción descompensada», afirma Bakaikoa.
Plano socialCuidar los amigos
«Cuidar las relaciones personales ayuda a nuestra salud mental. Además, tener actividades en el plano social y personal hará que estemos menos ansiosos y estresados», asegura la especialista.
Respirar...Con el diafragma
«Por lo general no sabemos respirar bien, tenemos que aprender a hacerlo profundamente, de forma que la respiración ocupe toda la capacidad pulmonar». Básicamente, debemos detenernos de forma consciente en la manera en que respiramos, vigilando que empleemos nuestro diafragma y no recurrimos a la caja torácica. Para ponerla en práctica, podemos tumbarnos en el suelo mientras apoyamos los pies en la pared. Una vez que estamos en esta posición, colocamos una mano encima de nuestro estómago para asegurarnos de que se hincha. Durante un par de minutos, respiraremos de forma que la exhalación dure tanto como la inspiración, o incluso más.
Aquí y ahoraVivir el presente
«Hay que vivir el presente, tratar de disfrutar aquí y ahora e intentar solucionar los problemas en el momento en el que aparecen, sin anticiparlos de forma irracional y desmedida, que es lo que se hace cuando se tiene ansiedad. También tenemos que evitar estar anclados en los recuerdos del pasado, porque nos dañan y nos impiden avanzar».
Vida sanaDieta saludable y ejercicio físico
El ejercicio físico nos ayudará a evitar el exceso de activación del sistema nervioso y a conseguir un sueño más reparador. Caminar, pasear, jugar con los niños, planear actividades... también ayudará a que nos sintamos menos ansiosos. Sin olvidar que lo que comemos también influye en nuestro estado de ánimo, por lo que una dieta equilibrada y variada mejorará nuestra salud física y el bienestar emocional. Además, hay que intentar dormir bien, ya que una mente descansada ayuda a pensar con claridad y ver la vida de otra forma.
Se puede aprender a...Pensar en positivo
«Algunas personas suelen tener pensamientos negativos porque lo han aprendido en la infancia, lo han visto en su familia o por sus propias experiencias vitales. Pero este aprendizaje se puede desaprender y reestructurar en positivo. Hay que cuestionar esos pensamientos irracionales que muchas veces acceden a nuestra mente, aprender a gestionarlos de manera adecuada y sustituirlos por otros más realistas. Se trata de adoptar una actitud más profunda, lógica y posibilista incluso cuando hay un acontecimiento negativo en nuestra vida».
Tú eres túNo hay que compararse
«Determinadas personas tienden a compararse con terceros. Se posicionan en la vida de la otra persona desde la envidia y proyectan en ella sus propias frustraciones. De esta forma, no hacen nada por identificar que factor de su propia vida les hace sentir ansiosos o estresados para poder cambiarlo», afirma la psicóloga clínica. En esto, influyen negativamente las redes sociales. «En Instagram la gente proyecta su día a día desde una forma idealizada y, normalmente, falsa. Si nos creemos que esa fantasía que se expone de forma impúdica es real vamos a tener unas expectativas de nuestra propia vida también irreales y muy frustrantes».
El perfeccionismoReducir el nivel de exigencia
El perfeccionismo es una fuente clara de tensión y estrés. «Hay que tratar de moderarlo y bajar unas expectativas que lo único que hacen es generarnos ansiedad. El afán por perfeccionar un trabajo o pensar que si meto muchas horas me va a salir mejor es una idea equivocada. Llega un momento en el que la ansiedad lo ocupa todo y el resultado acaba no siendo tan bueno como si hubiésemos estado más relajados y no tan exigentes con nosotros mismos».
Relajación y meditaciónLiberar tensiones
«Una técnica de relajación muy efectiva es la relajación progresiva de Jacobson», afirma Bakaikoa. Este ejercicio consiste en tensar los diferentes grupos musculares del cuerpo para relajarlos después. «También la meditación resulta muy útil para despejar la mente y liberar tensiones», asegura.
Cuando estás estresado, cansado y un
poco harto es cuando valoras más una sonrisa, una palabra agradable,
una actitud comprensiva, un detalle de calidad humana. ¡Cuantas
veces pasamos junto a las personas y no nos fijamos en su estado
vital, en su cansancio, en su situación problemática! Nos estamos
acostumbrarnos a ir de uno en uno. Yo, uno de ellos. Buenas noches.
Besos y abrazos, si es posible.
Ya sabes que no todo lo que existe se
ve. Hay cosas agradables, como la belleza, que no la vemos. Vemos a
una persona bella, pero la belleza, como algo aislado, no la vemos.
Lo mismo pasa con la justicia, con la igualdad o, sin ir más lejos,
con los colores. El verde, solo, como el color verde, no se ve. Vemos
cosas verdes, pero el verde como tal no lo vemos. Y hay también
otras cosas negativas, que desgraciadamente existen, pero que tampoco
se ven. Se ven sus efectos, pero a ellas no se las ve. Una de estas
es el estrés. Un lamentable invento de la modernidad que hace que
nuestro mundo nos sobrepase, que nuestro yo pierda su autonomía y se
entregue a tareas excesivas, en el tiempo o en la intensidad, para
lograr sobrevivir.
Yo creo que cada cual debe tener sus
propias estrategias para frenar el estrés. A mí me es muy eficaz
cualquier actividad que sea creativa. Yo creo que no hacer nada no
relaja. Lo que te deja nuevo es inventar, hacer algo nuevo,
contemplar la Naturaleza y descubrir en ella lo que no sospechabas.
También la música tiene un alto poder para arrastrarte a
situaciones menos tensas. Y, claro, los amigos. Poder sacar de dentro
lo que te duele es andar medio camino en la conquista de su solución.
Ahora, cuando nos refugiemos en el
mundo del sueño, vale más encontrar la relajación controlando la
respiración, profunda, suave y confortable. Con los hombros bien
abajo, porque cuando estás en tensión, los tienes arriba.
Recordando lo agradable del día, o del otro día, da igual. Te
entretienes un momento en formar la nube de cariño que le regalas
cada noche a quienes quieres y enseguida caerás en la espesura del
bosque de los sueños. A ver si hay suerte. Buenas noches.
¡Qué bueno y qué necesario es aprender! Hoy he tenido la inmensa fortuna de aprender algo que no sabía.
Resulta que a veces llego a clase y están todos muy ocupados charlando. En otros países de cultura diferente y de mayor grado de civilización, no sólo se callan los alumnos en cuanto llega el profesor, sino que incluso se ponen de pie en señal de respeto. Aquí somos más listos y no te hacen ni caso. La mayor parte de los días, transcurridos unos minutos, tengo que echarles una bronca para que se callen. Y si ese día estoy convincente, se callan.
Otras veces les entrego los exámenes corregidos, con las indicaciones que me parecen más oportunas para cada uno. Pero como hay ocasiones en que la mayoría no ha estudiado, posiblemente porque el nivel de anestesia que tienen supera la sobredosis, pues les tengo que hablar claro, a ver si se deciden de una vez a aprovechar el tiempo y procuran formarse como seres humanos. No les suele gustar que les hablen claro, pero yo creo que debo hacerlo y por eso lo hago.
Suelen estar habituados a hacer lo que les da la gana. Hay momentos en los que les tengo que aportar algo de realismo y hacerles ver que hay cosas que no se pueden hacer, que hay normas que es necesario cumplir. Tampoco les gusta.
Este mismo escrito, que intenta ser un espejo en el que cada uno pueda mirarse, por si reconoce en él algo de sí mismo, producirá en más de uno, si es que lo lee alguien, una reacción adversa.
Pero hoy me han iluminado la mente y me han dicho lo que hay detrás de esta manía mía de hacer todas estas cosas. Todos los años procuro al final del curso que los alumnos me evalúen, que me digan, de manera anónima, qué he hecho bien y qué he hecho mal. Yo no veo otra manera, no sólo de intentar ser un buen profesional, sino de vivir, que la de corregir los errores en los que uno puede caer. Por eso lo hago. Hoy he aprendido algo que no sabía, ni siquiera sospechaba. Un/a alumno/a me ha dado una explicación clarísima de lo que ocurre en las clases, me ha dado la clave de cómo debo actuar y de por qué no debo hacer en clase todo lo que cuento aquí que hago: todo se debe a que yo voy a clase estresado. Lo importante es que yo vaya a clase sin estrés. Así todo irá mejor.