Los ricos se enfadaron porque vieron
que los pobres vivían casi como ellos, gracias al dinero que les
prestaban. Por eso, decidieron un día cerrar el grifo y abandonar a
los pobres a su suerte.
Los que mandaban, en lugar de quitarles
el dinero a los ricos para que todos pudieran seguir viviendo más o
menos bien, decidieron dejar el grifo cerrado e ir secando poco a
poco la vida de los pobres, sin importarle lo que les pudiera
ocurrir.
Como los pobres no entendían nada de
lo que ocurría, porque su preparación era nula y sus preocupaciones iban por otro lado, no
supieron qué hacer, se quedaron sin saber qué es lo que les
ocurría, poco a poco empezaron a malvivir y muchos se fueron
muriendo antes de tiempo.
Todo esto ocurrió hasta que un día
los ricos se dieron cuenta de que necesitaban a los pobres para que
trabajaran y generaran riquezas para que ellos pudieran seguir
disfrutando, por lo que, en un momento de preocupación por su propia
situación, volvieron a abrir el grifo.
Los pobres que quedaban seguían sin
entender, vivieron algo mejor y creyeron que no había pasado nada.