Dice Theodor Kallifatides en su
libro 'Otra vida por vivir', Galaxia Gutenberg, 2019:
“La muchacha era una preciosidad. El muchacho, un patán. ¿Qué le veía? Y encima llevaba barba, que en ese entonces volvía a estar de moda. Yo solía explicar a los jóvenes legos que, tradicionalmente, los hombres se dejaban crecer la barba cuando ya deseaban mantener distancia con las mujeres. Ahora es lo contrario. Los pelos en la cara volvían a ser símbolo de hombría”.
Nunca me han gustado las barbas, ni en
mí ni en los demás. Dudo de que ahora existan esos símbolos tan
delimitados. Más bien creo que cada cual tiene sus gustos y hace con
sus pelos lo que quiere. Yo prefiero la piel limpia. De pelos y de todo.
Buenas noches.