¿A qué hemos venido a este mundo?
Si miramos nuestra herencia cultural,
tan teñida con los tenebrosos colores religiosos católicos, parece
ser que el común de los mortales hemos venido a sufrir, a penar, a
la espera de que en el otro mundo podamos gozar, por fin, de una
especie de apartamento en el Benidorm celeste con los gastos pagados,
o cualquiera sabe de qué.
Pero, afortunadamente, esta no es la
única postura posible. Otros creemos que a este mundo hemos venido a
vivir, a vivir todos y a hacerlo de la mejor manera posible. Dicho
con otras palabras, creo que hemos venido a gozar viviendo. Al
parecer hay una minoría de humanos que se empeñan en que esta vida
la disfruten sólo ellos y que el resto se dedique a trabajar para
darles beneficios, a sufrir para que ellos gocen y a morir para que
ellos vivan. Pero esta anomalía trágica no debe alterar la idea
central del sentido de la vida: hay que gozar viviendo.
Gozar es obtener todos los tipos de
placer posibles: placeres físicos y placeres mentales. Se goza con
el sexo, con la comida, con la bebida, con la visión, con la
audición, con el deporte, pero también con la inteligencia, con la
lectura, con el pensamiento, con la libertad, con la igualdad, con la
felicidad propia y con la de los demás, con la razón, con la
imaginación … y con las artes.
Las artes son unas puertas estrechas
situadas en el fondo de la habitación de la vida que, cuando con un
cierto esfuerzo logramos abrirlas, nos permiten entrar en el mundo
más sublime que la humanidad haya podido construir. Es el mundo de
la belleza, del misterio, de la armonía, de las emociones, de la
alegría, de la tragedia, de lo superior, del sentimiento que intenta
ser comprendido y compartido, de las ideas que quieren ser carne y de
la carne que quiere ser idea. Es el mundo de la posibilidad posible,
de la realidad incompleta que va creciendo. Es otro mundo, pero
situado en este mundo.
El mundo del arte es un abanico que la
educación nos debería mantener abierto para que pudiésemos gozar
viviendo con todos los gozos posibles. Yo creo que no lo hace.
Tampoco la educación nos enseña a comer bien, sanamente y
gozosamente, y eso que lo hacemos varias veces al día. Ni nos enseña
a cuidar el cuerpo, a pesar de que vamos a estar con él toda la
vida. Parece que la educación apunta a las llamadas 'ciencias' y, a
lo sumo, a la lengua, esto es, a la eficacia técnica o, lo que es lo
mismo, al beneficio, al dinero, que es lo que les interesa a la
minoría dominante.
Habría que reivindicar el arte como
fuente de placeres. Y reivindicar los placeres como fuentes de vida
buena. Vivir es siempre aprender a vivir. Vivir es siempre aprender a
gozar. Todos. Cada día. Buenos días.