No creo que sea bueno adorar a nadie,
por muy superior que nos parezca. Mucho menos hay que adorar a los
ídolos que con tanta facilidad aceptamos en nuestras vidas: el
dinero, el bienestar, la salud, el amor, el equipo de fútbol que
queremos que siempre gane, el grupo musical o cualquier cosa o
persona que se nos presente en la vida con fuerza. Me parece que hay
que ser más racionales que adoradores.
Buenas noches.