...y sin embargo, hay algo dentro que
me dice que no podemos claudicar, que el pesimismo no se puede
adueñar de nosotros. 'El mundo fue y será una porquería, ya lo
sé...' decía Santos Discépolo, el filósofo del
tango, en Cambalache. Pero no podemos sucumbir, no podemos
adocenarnos, no podemos adaptarnos a este mundo horrible y
antihumano, no podemos ser como ellos quieran, sino como nosotros
queramos ser. Yo tengo que ser yo. Tú tienes que ser tú. Mis
valores, mis criterios, mis gustos, mis ideas, mis actos tienen que
ser míos. Escucharé a todos, hablaré con todos y aprenderé de
todos, pero yo tengo que decidir lo que quiero ser yo. A pesar de
todo. No veo otra salida frente a la adversidad. Es verdad que yo no
puedo ser un yo individualista. Cada uno tiene que tender hacia el
nosotros. El problema es que cada vez hay más personas
individualistas y es más difícil encontrar gente con la que
relacionarte. Pero vale más la intensidad que la extensión.
No tengo otra alternativa. Cuando el
exterior se vuelve inhumano, individualista, antisocial y bruto, yo
tengo que ser yo. Es verdad que abierto a cualquier posibilidad,
escuchando a todos y criticándolo todo, pero yo tengo que ser yo.
Antes que claudicar ante lo mediocre y lo que nos aniquila, tenemos
que ser nosotros mismos. Buenas noches.