Sal a la calle. Deja en casa los
prejuicios y lo de toda la vida. Mira lo que ves. Piensa en lo que
realmente estás viendo. Todo es mercancía. Todo es negocio. Todo se
compra o se vende. O se roba. No hay nada realmente importante,
porque todo ha sido reducido a esa simpleza trágica que es su
precio. Todo lo material ha pasado por esa oficina misteriosa en
donde a todo se le asocia una cifra en euros o en dólares. La
cultura ya pasó por ella también. La propia vida es pasto de esa
reducción del todo a su valor de mercado. Quedan pocos valores
limpios. Si descubres que el amor, el amor en tu vida, también es el
resultado de un negocio, estás perdido, estás perdida. Esta crisis
vital me parece que es la que está por debajo de la otra crisis, de
la económica. Habría que salir de esta tela de araña.
Buenas
noches.