Estaba yo escuchando la sinfonía nº 3
de Boccherini. Tenía la ventana abierta. Sobre un fondo de
pajarillos piando, se oía a uno, que debía de ser más grande,
entonando una melodía nada simple, una especie de sinfonía de ave
libre. Me di cuenta de que no desentonaban, que se podían escuchar a
la vez. No tenían nada que ver la una con la otra, pero eran capaces
de coexistir las dos. Me dio mucha alegría encontrar dos cosas que
pudieran estar juntas sin desentonar, sin molestarse, existiendo a la
vez. Otro mundo es posible.