Yo tenía entendido que los males de la
sociedad tenían su origen en la economía, en la manera de producir
los bienes y en la forma de repartirlos. Ambas, en nuestra sociedad,
son capitalistas, esto es, están en manos de los ricos, que tienen
los medios para llevar a cabo la producción y que han montado el
entramado económico, cada vez con más descaro, en su propio
beneficio. Le había oído muchas veces a José Luis Sampedro que el
capitalismo ya no daba más de sí y que había que buscar un nuevo
sistema económico más justo.
Ese era el reto de la política futura,
según creía yo, dándole también la razón a aquello que decía
Clinton, en la campaña del 92, de “La economía, estúpido”,
refiriéndose a lo que era fundamental para la organización de la
sociedad.
Mi sorpresa viene al comprobar las
ideas y la trayectoria de los partidos emergentes en nuestro país,
particularmente las del grupo Podemos. Hablan, a mi entender,
poco de economía, de financiación, de modelo productivo y algo -la
renta básica universal, a veces rebajada a la renta mínima de
inserción- que podrá parchear algunas situaciones, pero que no
afecta sensiblemente a la estructura económica del país.
Tengo la impresión de que estos
partidos lo que pretenden conseguir es, más que un cambio económico,
un cambio democrático en algunos aspectos concretos. Parece que
están descubriendo ahora algo parecido a la democracia participativa
de la Grecia antigua, pero olvidando que ya en aquella época, cuando
las ciudades se hacían demasiado grandes y la participación se
tornaba imposible, los colonos creaban nuevas ciudades para poder
mantener en ellas el sistema democrático. Tampoco veo que tengan en
cuenta la complejidad del mundo actual, que hace que las opiniones
“populares” no siempre estén bien fundamentadas y que se haga
necesario que los especialistas tomen cartas en los asuntos. Es
verdad que los partidos deben acercarse a los ciudadanos y viceversa,
pero la operatividad y la eficacia de los “círculos” me parece
un tanto ilusoria. Ojalá me equivoque.
A mí me interesa saber quién va a
dedicarse a inventar un sistema económico de producción y de
distribución de bienes que sea de verdad nuevo y, además, más
justo y más equitativo. Admiro el afán que tienen por limpiar de
golfos todos los partidos, sobre todo, en donde más abundan, pero,
aparte de eso, no veo nada radicalmente nuevo en los nuevos partidos.