El lema “Socialismo o libertad”, sustituido alegremente por “Comunismo o libertad” revela, a mi modo de ver, varios aspectos un tanto ocultos de la derecha extrema que lo propone.
En primer lugar, que el único móvil de este partido es ganar, pero le da igual cómo lo consiga. Lo importante es contra quién se lucha. Es como esos equipos de fútbol sin personalidad que siempre juegan adaptándose al rival que tienen enfrente. Como les vale todo, todo es posible.
En segundo lugar, no dice nada del contenido de su programa, de cómo van a ganar, de qué es lo que proponen. Quizá porque no convenga que sus votantes piensen demasiado en las privatizaciones y en las pérdidas de derechos que se les pueden venir encima. Es mejor que se fijen solo en eso tan abstracto y tan manipulador como es la libertad. El ciudadano vive de libertades concretas, no de “la libertad”, pero de eso no dicen nada, porque saben que para ejercer esa libertad hay que tener dinero para pagar al médico privado o al colegio privado. Si no lo tiene, el ciudadano no va a poder ser libre. Mejor que no piense en eso.
Y en tercer lugar, estos lemas alternativos ocultan la idea nada democrática de “o estás contra el enemigo o estás contra mí”, pero tienes que estar contra alguien. No hay matices. Esto no son unas elecciones, sino una guerra, y hay que ganarla como sea. Piensa esta derecha extrema que la mejor manera de mantener unido a su ejército es a través del odio, porque los que odian juntos, creen que permanecen juntos y votan juntos. Esta estrategia, que llevan tiempo ya practicando, está vacía de contenido, pero llena de sentimientos, por lo que es profundamente manipuladora y retrógrada. Dada la tendencia, cada vez más presente en toda la sociedad, a huir de la reflexión, es posible que surta efecto, pero, de momento, está produciendo un impacto, un efecto no deseado, entre los adversarios de la derecha extrema: está empezando a aparecer el odio a la derecha. También entre la izquierda está empezando a aparecer el hartazgo y el odio a estos manipuladores y a estos fabricantes de disparates. El odio genera odio, y creo que cuando lo que se enfrentan son odios, es que ya no hay nada que hacer.