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jueves, 7 de diciembre de 2017

Buenas noches. En contra



He conocido a un viejo de unos cincuenta y tantos años que dice que se dedica a escribir, pero no tiene ordenador, ni teléfono móvil, ni cuenta de correo electrónico. Además, está en contra de la tecnología. Me imagino que tampoco tendrá teléfono fijo, que cocinará quemando leña y que no tomará medicinas. Me parece que son cosas de los viejos. No son capaces de distinguir las tecnologías del uso que se hace de ellas.


Buenas noches.

martes, 22 de septiembre de 2009

Préstamos / 1


Le pido prestada a Joan Campsolinas Dresaire, de Barcelona, la carta al director que publicó en el diario El País, el pasado día 11 de septiembre. Creo que es un buen texto para que reflexionemos todos.

"Sugiero a los expertos en educación que antes de regalar un ordenador portátil a cada alumno les enseñen algo tan básico como a leer y escribir.

El desastre educativo de este país tiene su origen en que muchos estudiantes simplemente no entienden lo que leen, y tampoco son capaces de expresarse por escrito con un mínimo de coherencia.

Sucede, sin embargo, que casi siempre esos mismos estudiantes son verdaderos expertos en el uso de ordenadores, pasando la mayor parte de su tiempo conectados a Internet, chateando, descargando archivos o batiendo récords en sus videojuegos.

No tengo nada contra la informática en las aulas, siempre y cuando se use como un medio, una herramienta de aprendizaje, no como un fin en sí misma.

Repartir ordenadores portátiles indiscriminadamente en las escuelas será echar más leña al fuego del fracaso escolar, restándole a la expresión oral y escrita su insustituible papel en el acceso del alumno al conocimiento."

martes, 25 de noviembre de 2008

Médicos con ordenador


Desde que los ordenadores llegaron a las consultas, los médicos ya no te miran a la cara. Te pueden preguntar lo más íntimo o lo más importante, pero lo hacen con el mismo calor humano con que el surtidor de gasolina te informa del tipo de combustible que has elegido. A veces parece que te lo están preguntando a ti o a cualquier otro que pueda andar por allí cerca. Y si entre tus circunstancias hay alguna que no aparece en el ordenador, te lo dicen como si la máquina no pudiera equivocarse y fueras tú el causante de la ausencia. ¡¿Cómo es que usted no viene aquí a por las recetas de sus medicinas?! me echó en cara uno el otro día, sin saber o sin darse cuenta de que mis recetas de MUFACE no se registraban en el ordenador como las habituales de la Seguridad Social. Otro resumió la petición de que me sentara en una camilla que había en el fondo de la habitación con un gesto con la cabeza en la dirección hacia la que yo debería ir. Otro, en la misma circunstancia, se limitó a levantarse y, sin decir nada, ir hacia la camilla, dando por supuesto que yo debería seguirlo. Lo de decirle al ordenador lo que tienes, en lugar de decírtelo a tí, es también bastante frecuente

Entre el ordenador, las prisas, el poco tiempo de consulta, el cambio constante de médicos de familia, la actitud de algunos de estos y la política sanitaria de Espe y sus yernos, yo preferiría un buen robot, sabiamente programado con los conocimientos adecuados y con las normas de educación, de cortesía y de humanidad que alguien con sentido común le introdujera. Además, saldría más barato.