Alguien debería decirle a quien no
tiene gracia, pero insiste en hacerse el gracioso con chistes de
dudoso gusto y chascarrillos más o menos desafortunados, que lo
primero es el respeto, el saber estar, el no usar a las personas que
son diferentes (homosexuales, mujeres, prostitutas, enfermos,
tartamudos, etc.) para decir tonterías e intentar así satisfacer su
maltrecho ego. Son pesados, faltones y cansinos como sólo ellos son
capaces de serlo.