Los de Mao, Lenin, Ho Chi Ming o Evita
Perón son algunos ejemplos célebres de embalsamamiento de
cadáveres. O, si se prefiere, de utilización de la persona, en
forma ya de personaje, tras la muerte, para crear o hacer pervivir el
mito y para dar pie a la aparición del rito de la peregrinación,
posiblemente muy útil para algunos. Ahora, el procedimiento continúa
con Hugo Chávez, que permanecerá en la memoria de muchos ciudadanos
y servirá para mantener viva la causa por la que luchó.
En España, por lo que conozco, no se
da mucho esta ocurrencia del embalsamamiento. Es más frecuente la
momificación en vida, una especie de alejamiento de la realidad, con
refugio en palacio incluido, y con apariciones esporádicas a través
de un monitor. A la momia se le instala entre el serrín interior un
reproductor de sonidos y en el monitor aparecen palabras más o menos
silbantes, pero carentes de cualquier significado, precaución que
han tomado pronto y con mucho cuidado los momificadores. Cuentan
estos con un servicio de eufemismos -que lleva una empresa privada,
claro- y con un diccionario de uso, del que han suprimido las
palabras adecuadas, aquellas que se refieren a la parte de la
realidad que no le interesa a la momia, que está convencida de que
si no se pronuncia la palabra, la realidad a la que se refiere no
existirá. Por ejemplo, no aparecen 'rueda de prensa', 'Bárcenas',
'responder', 'ciudadano', 'violencia de género', 'recortes',
'rescate', 'desahucio', 'desalojo' 'malo' 'peor' o las primeras
personas de las conjugaciones, en todos sus tiempos, de verbos tales
como 'dimitir', 'mentir' o 'arrepentirse'. El propio diccionario está
diseñado para que utilice con frecuencia las expresiones 'herencia
recibida', 'y el partido socialista más', 'viene del Gobierno
anterior' y 'ustedes mintieron', ésta última, de aparición
automática cuando a la momia se la acuse de mentirosa. Son
supersticiones que se dan en las mentes de las momias cuando aún
están en vida.
Las salidas al exterior de la momia se
reducen a las estrictamente necesarias, para lo cual tiene instalado
un sistema de estiramiento de las piernas, que normalmente están en
posición de sentadas, y un artilugio que reproduce fielmente los
movimientos propios del andar. Los ciudadanos todavía creen que la
momia, a la que ven a través del monitor siempre, es, en realidad,
el ser vivo al que se le parece, pero pronto se darán cuenta de que
hace tiempo que éste huyó, preso de sus propias contradicciones y
sin poder dar solución al problema que le pedía todo el mundo: que
aclarase lo que estaba pasando. Como su forma de ser, esa de hablar
sin decir nada, no le permitía ofrecer ninguna claridad creíble,
optó por la momificación. Y así sigue, mientras pueda.