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miércoles, 10 de octubre de 2012

Buenos días. Duda




Duda. Duda de todo, de lo que haces, de lo que piensas, de lo que ves, de lo que hacen los otros, de lo que dicen, de las certezas, de las convicciones, de las evidencias. Descartes decía: “Si dudo, es que pienso; y si pienso, es que existo”. Lo tuyo debería ser: “Si existo, pienso; y si pienso, dudo”. Aprende a vivir con la duda. Es un poco más duro, pero muy sano.

jueves, 5 de febrero de 2009

Lo que hay que ver / 7 / El encuentro


En el Teatro Español, de Madrid, se representa hasta el 22 de febrero la obra de Jean-Claude Brisville, EL ENCUENTRO de Descartes con Pascal joven. Los actores son Albert Triola y Josep-Maria Flotats, correspondiendo también a este gran actor catalán la versión y la dirección de la función.

El interés de la obra está, sobre todo, en que se muestra en ella la contraposición entre el hombre antiguo, simbolizado aquí por Pascal, y el moderno, que encarna Descartes. Se nos presenta en la obra a un Pascal tremendamente fanatizado por una religión católica que empieza ya a perder su papel de criterio único que había gozado desde hacía tantos siglos. Desde esta creencia dice cosas que hoy nos pueden parecer un tanto trasnochadas, pero que sin duda se encuentran en el fondo de la mentalidad de muchas personas: la mayor valoración del dolor que del placer, la relativización de la ciencia frente al absoluto valor de la fe en Dios o las rancias discusiones sobre si una señorita que ha comulgado por la mañana puede ir a bailar por la tarde. Estoy seguro de que no son problemas éstos tan pasados de moda para mucha gente. Frente a él se propone a Descartes como un ser de este mundo, defensor de la razón como criterio, sin renunciar a la fe, pero sí a una fe vivida en la clave fanática en la que la vive Pascal.

Pongo aquí la sinopsis que publica el propio Teatro:

Sinopsis:

Sólo una vez se encontraron Descartes y Pascal, los dos filósofos más importantes de su siglo: fue el 24 de septiembre de 1647, en el convento parisino de Los Mínimos, y su entrevista duró varias horas. Ninguno de los dos escribió sobre lo que hablaron, y eso permite al dramaturgo Jean-Claude Brisville imaginar el encuentro de dos experiencias vitales y de dos pensamientos filosóficos. El encuentro escenifica ese enfrentamiento de dos personalidades y de dos vidas fascinantes que, por distintos motivos, siguen perteneciendo a nuestro tiempo.

Cuando se produce ese encuentro de las dos mayores figuras del pensamiento del siglo XVII, Descartes tiene 51 años y ya ha escrito su obra maestra, El discurso del método, texto revolucionario en la filosofía occidental que une moral y lógica, y tiene en gestación en su mente el Tratado de las pasiones del alma, concluido en 1649, pocos meses antes de su muerte, en el que une moral y psicología. Pascal, en cambio, es un joven de 24 años, al que ya se considera un genio por varios inventos científicos que ha ideado, entre ellos una máquina aritmética antecedente de los actuales ordenadores; en ese momento, Pascal está inmerso en una profunda crisis existencial que, con la fe del converso, se preocupa más de reformar a los demás que de reformarse.

La admiración que ambos sienten el uno por el otro no oculta su radical oposición de ideas y de formas de vivir. El encuentro escenifica ese enfrentamiento de dos personalidades y de dos vidas fascinantes que, por distintos motivos, siguen perteneciendo a nuestro tiempo.

Basándose sobre todo en la voluminosa correspondencia dejada por los dos grandes filósofos para indagar mejor y profundizar en su humanidad, Jean-Claude Brisville nos ofrece un texto de gran altura con diálogos y réplicas dominados por el humor y la ironía, finísimos diálogos que exigen un elevado sentido de la melodía. Tiempos, ataques, pausas, rubatos y largos que nos remiten al universo mágico del lied schubertiano, al goce de la escucha del contenido y de la musicalidad de la palabra; texto e ideas suponen, para el intérprete, el placer sensual de morder en ellos como en una fruta jugosa; y para el público, la sensación de sentirse, una vez oídas melodía y palabra, más inteligente, más humano.