La percepción en aforismos
Nadie supera nuestra sublime mediocridad del conjunto de todos los sentidos cruzados
La percepción de la realidad se comprende con varias disciplinas científicas… Arranca con una perturbación física en el mundo exterior, la señal se recibe entonces en el mundo fisiológico de los órganos sensoriales y pasa al sistema nervioso por donde circula traducida en química y electricidad. Así llega la información al cerebro donde se interpreta psicológicamente y se matiza culturalmente. En la piel impera el tacto con sus sensores de temperatura, fricción, humedad, ondas de presión… Una simple lombriz de tierra es ya un gran complejo táctil. En el mundo animal siempre hay quien nos aventaja en algún aspecto: el águila con su agudeza visual, un mirlo con su paleta de millones de colores, un búho con su visión nocturna, un oso polar con su olfato de largo alcance, un zorro del desierto con su sensibilidad auditiva, la anguila con los campos eléctricos, ciertas bacterias con los campos magnéticos… Sin embargo, nadie supera nuestra sublime mediocridad del conjunto de todos los sentidos cruzados. Este delicado universo bien merece unos aforismos.
1. El café huele mejor de lo que sabe y el pescado sabe mejor de lo que huele.
2. Podemos cerrar los párpados para cegar la visión, apretar los labios para renunciar a un sabor, pinzar la nariz para rechazar un hedor y evitar un contacto para desconectar el tacto, pero la evolución aún no ha encontrado la manera de inventar un esfínter contra el ruido.
3. El olfato es el sentido más sensible al cambio: un olor constante y uniforme, sea éste bueno o malo, decae, se asume y acaba por desaparecer.
4. Cada sentido tiene un modo de gozar natural como resultado de la coevolución con el ambiente y otro modo de gozar adquirido como contrapunto cultural.
5. Lo dulce es natural, lo amargo contrapunto cultural.
6. No es fácil ganarse a un niño con un café amargo o con una nana dodecafónica.
7. El gozo visual por el oro es universal, quizá porque la luz solar ya era una buena noticia mucho antes de la emergencia del primer ojo.
8. El gozo gustativo por el sabor dulce es universal, quizá porque la glucosa ya era el compuesto orgánico más abundante en la naturaleza mucho antes de la emergencia de la primera papila.
Una simple lombriz de tierra es ya un gran complejo táctil. En el mundo animal siempre hay quien nos aventaja en algún aspecto
9. El gozo del tacto por la suavidad es universal a partir de que la primera mamá mamífera usara su mama para amamantar a su prole (la palabra mamá tiene más de una letra eme en casi todos los idiomas).
10. El olor a tostado atrae desde que el homo erectus empezara a cocinar, y el olor a quemado espanta desde mucho antes de que se quemara el primer bosque.
11. El gozo del oído por ciertos acordes musicales está en que cuando un objeto vibra, la frecuencia fundamental suena conjuntamente con sus armónicos, y ello desde mucho antes de que se construyera el primer instrumento musical.
12. Todo sentido tiene un extremo gozoso y otro doloroso, ambos valiosos para sobrevivir.
13. El extremo gozoso del sonido embelesa, el doloroso irrita.
14. El extremo gozoso del olfato embarga, el doloroso ofende.
15. El extremo gozoso del tacto tranquiliza, el doloroso estremece.
16. El extremo gozoso del gusto deleita, el doloroso asusta.
17. El extremo gozoso de la visión está en la euforia y el doloroso en la depresión.
18. La textura es el tacto de la vista.
19. Una textura se percibe urdiendo la trama y tramando la urdimbre en torno de cada punto de una superficie.
20. El sabor y el tacto ocurren en la intimidad de dos superficies, el olor y el sonido a distancia entre dos volúmenes y la visión con la proyección de un volumen tridimensional (el objeto), sobre una superficie bidimensional (la retina).
21. El lenguaje sonoro es esencialmente más abstracto que el visual: por ello la música realista tiende a ser descriptiva y banal, mientras que la pintura abstracta tiende a ser arbitraria y decorativa.(Aforismo para ejercitar la discrepancia).
Publicado en el diario El País del 22 de agosto de 2014.