El sosiego desaparece en cuanto hace
acto de presencia la urgencia. El sosiego y la paz no tienen nada que
ver con el estarse quieto, sino con el hacer lo que se quiere hacer,
pero sin urgencia. La urgencia y el miedo son dos de las causas más
fuertes de la infelicidad. Deberíamos tenerlos bien controlados si
queremos que la vida siga siendo buena.
Está claro que ni con urgencias ni con
miedos nos debemos acercar a la mar calmada del sueño. Procura
dejarlos en la habitación de al lado y que una honda respiración al
borde de tu cama te haga desconectar de esos elementos negativos.
Podrás, así, flotar en la superficie de la noche y dibujarás en el
cielo de tu alma la nube de cariño en la que están instaladas tus personas
queridas. No te olvides, mientras les envías tus mensajes amorosos,
de pensar en ellos con confianza y con la seguridad que te dan tus
emociones. Buenas noches.
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