No quieren que pensemos. No quieren que
sepamos. No quieren que tomemos conciencia de lo que pasa, de lo que
hacen, de cómo nos manejan. No quieren que esa parte indispensable
de nuestra propia humanidad, la mente, se desarrolle como la de un
ser humano normal. Nos quieren ignorantes, entontecidos,
inconscientes, incultos y, a ser posible, que llevemos muy a gala
nuestra incultura sin que tengamos la menor idea de lo que estamos haciendo. A
los que tienen dinero, los ideologizan, les meten cuatro cosas
convenientes en la cabeza y crean así un ser dócil a su imagen y
semejanza. A los que no tienen dinero, ni eso. Les dan de comer
fútbol, alcohol, velocidad, tele y ansias de tener, pero procuran
que no piensen. Sobre todo, que no piensen. Y, por si acaso lo hacen,
sueltan sin el menor apuro todas las mentiras que sean menester, del
calibre apropiado y con la insistencia necesaria para que parezcan no
tanto una verdad razonada, sino una evidencia. Todo lo que huele a
humanidad, a racionalidad, lo destrozan. Se cargaron la Educación para la Ciudadanía,
queda poquísimo de Ética, de Filosofía, pero mucha Religión,
mucho situar el centro de atención en otros mundos, para así ellos
poder manejar a su gusto éste.
Otro mundo es posible. Otros mundos son
posibles, pero todos deben de estar aquí abajo. No te acostumbres a
dar saltos tan altos hacia las estrellas, porque aquí abajo cada vez
hay más mierda sobre la que puedes caer.
Reparte mucho cariño antes de dormir y
hazlo bien. Te recomiendo, por tu bien y por el de todos, que
procures pensar, no para creer, sino para intentar entender lo que
está pasando. Buenas noches.
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