Aprovecha el anochecer. Hay
situaciones, actitudes, sentimientos que en la noche se ven más
claros, precisamente porque no hay luz que despiste. Pero no en la
cama. En la cama haz lo que dé la gana, menos pensar. Si lo haces,
te imaginarás un mundo desagradable que se te caerá encima. Hazlo
antes, cuando vaya cayendo la tarde, cuando las fuerzas estén
cansadas y el reposo invite a la reflexión.
Y luego, olvídate de todo y relájate.
Repasa las huellas bonitas que te dejó el día, los besos que te
dieron y los que diste, las sonrisas que tuviste la suerte de
contemplar, los abrazos que pudiste tramar, las palabras amables que
oíste y las que dijiste. Y envía a las nubes todo el cariño que
puedas para que las personas a las que quieres reciban una lluvia
cariñosa. Buenas noches.
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