No es del todo fácil descubrir la
belleza de la Naturaleza. No siempre somos capaces de contemplarla.
La Naturaleza sabe jugar mucho con los pequeños detalles, con las
formas caprichosas, con los conjuntos demasiado grandes, con lo
efímero, con lo inesperado que exige una atención dispuesta para
captarlo. Pero cuando, porque se han puesto los medios o porque se ha
tenido suerte, logramos contemplarla, una sensación de plenitud y de
relajación inunda nuestra mente y aparece dentro de nosotros una de
las experiencias más gratificantes que podamos vivir. Una simple
hoja, un pétalo sencillo, una flor cualquiera encierran en sus
formas y en sus estructuras tal grado de perfección y de belleza que
es muy posible que el ánimo se nos sobrecoja y se nos quiten de en
medio las amenazas de negatividad que tanto daño nos hacen. Y si te
enfrentas con la experiencia casi mágica de contemplar un bosque,
unas montañas o un paisaje de grandes dimensiones, estoy seguro de
que algo superior a ti se te instalará en la mente. Ese algo es la
belleza.
No es mala decisión recordar alguna
visión de la Naturaleza que almacenemos en la mente antes de entrar
en el paraíso de los sueños. Y que sobre ese fondo de la
Naturaleza, situemos a todos nuestros seres queridos y los rociemos
con el agua viva del cariño. Buenas noches.
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