martes, 9 de julio de 2013

Buenas noches. En una ventana de Chueca





















Noche del día del desfile del Orgullo LGTB. Me siento en un bar junto a la ventana abierta que da a una calle de Chueca. Un lujo. Veo pasar por allí la postmodernidad mientras pico algo y me tomo un vino rosado todo lo frío que el tiempo permite. Lo que veo es un espectáculo. Todo es distinto, diferente. Cada uno va como quiere, viste como le apetece y hace lo que le parece. Todo el mundo está alegre. Esto parece una ciudad. Multitud de miradas. Multitud de poses. Estilazos. Colores sin fin. Afectos expresados. ¿Qué importa el sexo? Risas compartidas. Maneras de mostrar lo que se es. Cantidades de caricias. Personas con pizzas en las manos, con macetas de bebidas en las manos, con bolsas de botellón, con un cigarro y el móvil en las manos, con la mano de otro en la mano, con la mano de otra en la mano, con manos en las manos. Me gusta la naturalidad y la sencillez con la que dos personas se dan un beso en los labios. Dos mujeres que caminan de la mano huelen a libertad. Y dos hombres, también. Pasan dos hombres cogidos de la mano. Uno, con un birrete académico, y el otro, con una gorra con los colores LGTB. ¿Y por qué no? Si los políticos torpes que nos gobiernan se dieran cuenta de la fuerza que tiene para las personas poder vivir su orientación sexual con libertad, no harían las tonterías que hacen ni pondrían los impedimentos que ponen. La humanidad está siempre por encima de los prejuicios, de los esquemas establecidos por no se sabe quiénes, de las tradiciones, de los estereotipos, de las convenciones. La humanidad es y debe ser siempre lo que esté por encima.

Sólo falta que saques de dentro tu cariño para que acabe el día. Un cálido beso tuyo puede refrescar hoy la vida de muchas personas. Buenas noches.




















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