Nunca me gustó que el cirujano
estuviera de charla con la enfermera mientras operaba, ni que el
conductor del autobús se llevara a la novia y la pusiera en la
primera fila de asientos para distraerse con ella, ni que el camarero
abandonara la atención a los clientes para conversar con sus
amiguetes en la barra, ni tantos casos como se dan con demasiada
frecuencia, en los que las funciones que se realizan se abandonan
para atender lo que apetece más en ese momento. El tren iba a 190,
cuando debería ir a 80. No sé por qué habrá sido, pero, al
parecer, el conductor gritaba: 'Somos humanos, somos humanos', como
queriendo justificar el exceso de velocidad. No somos humanos. No
somos animales. No somos nada. Somos lo que hacemos. Si no hacemos
nada, no somos nada. Si hacemos cosas propias de animales, seremos
unos animales. Si actuamos como seres racionales, seremos humanos.
Solidaridad con las víctimas del
accidente, sean gallegas o no. Y a ver si lo que tengas hoy que
hacer, lo haces con la atención necesaria. El 'vale todo' se ha
colado ya, lamentablemente, en todas partes. Buenos días.
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