sábado, 6 de septiembre de 2008

Calles / 2

Seguí andando por la Calle de la Soledad Antigua y, al final de la misma, me encontré con este otro y sorpendente rótulo:

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O sea, que la misma calle, hasta no hace mucho, tenía dos nombres: de la Soledad antigua y de la Soledad moderna. Según me dijo un vecino, la calle actualmente ha sido rebautizada con el nombre de Calle Soledad, como se observa en el azulejo inferior. No creo que tenga nada que ver con el nombre de la calle, pero he leído que en los años 40 del siglo pasado, la calle Soledad estaba plagada de burdeles,

Buscando el porqué de estos nombres, he encontrado un artículo del insigne médico y pensador español, Pedro Laín Entralgo, que glosa esta circunstancia y añade algún comentario sobre algunas otras calles de la ciudad.

La afición por poner calles dedicadas a la Soledad la encontramos también en la vecina Isla de San Fernando, como puede observarse en la foto. Hay que aclarar en este caso que la calle, en una punta tiene como título "Callejón de la Virgen de la Soledad", si bien en la otra, seguramente por economía, desapareció la referencia a la Virgen, quedando como aparece en la imagen.

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viernes, 5 de septiembre de 2008

Calles / 1

Me resulta muy satisfactorio ser observador. Consiste en ir por la vida enterándote de lo que hay para gozarlo o para recharzarlo. En todo caso, para intentar vivirlo.

No hay que andar haciendo arduas investigaciones para sacarle un poco de jugo a la realidad cotidiana. Por ejemplo, se trata de mirar los nombres de las calles. Hace años vi en una ciudad una calle que se llamaba "Sin nombre". Fue una lástima que no tuviera entonces una cámara de fotos para poder mostrar ahora semejante curiosidad.

Este verano, en Cádiz, he encontrado un par de calles con nombres curiosos. Una de ellas es esta que pongo aquí.

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Puede el lector dar rienda suelta a su imaginación o, quizá, a su investigación para descifrar en qué pueda consistir la soledad antigua.

Culturas defensivas

En el Diario Cinco Días del día 5 de julio de 2008, Javier Fernández Aguado publicó un interesante artículo titulado Culturas abiertas y defensivas, en el que analizaba algunas de las enfermedades de las organizaciones sociales. Extraigo un párrafo del mismo:
Me atrevo a indicar que hay muchas formas de morir, y una de las más eficaces es negarse a mejorar. Las organizaciones que desarrollan culturas defensivas, en las que se llega a afirmar que ellas son el dechado de perfección mientras que todas las demás, sea de su sector o de otros, tienen profundas limitaciones, están destinadas al fracaso más absoluto. Algunas de las dolencias que más daño provocan a las organizaciones son la ceguera y la sordera (me gusta recordar que conozco directivos ciegos y sordos que ven mucho y escuchan extraordinariamente bien), y me refiero con esto a que hay organizaciones que se niegan a entender que los tiempos se transforman y transforman el entorno. Quien no reflexiona sobre la importancia de ese principio universal que reza 'quien siempre vende lo mismo y del mismo modo, dejará de venderlo' está condenándose a la esterilidad.

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jueves, 4 de septiembre de 2008

El Guerra / y 10


Un último detalle de este curioso güichi. Junto al Bote, pueden observarse unos cencerros. Uno de los asistentes tuvo la amabilidad de desvelarme cuál era su función. Como se ve, los hay de tres tamaños. El pequeño sirve para comunicar a la clientela enterada de la clave, que el que va a abandonar el lugar es un cabrito. Si el que se larga es más que un cabrito, o sea, un cabrón, El Guerra echa a sonar el cencerro mediano. Pero si el individuo en cuestión es un verdadro cabronazo, lo que suena es no sólo el de mayor tamaño, sino unas campanas que hay escondidas debajo de la barra, para que el mundo se entere de quién es el que anda por allí.

Quien haya llegado hasta aquí en esta saga sobre el güichi de El Guerra debe saber que, además de la gracia y de la buena gente que se puede encontrar allí, puede tomarse un jamón extraordinario, un queso excepcional y unas chacinas espléndidas a unos precios infrecuentes por lo bajos. Y también unos vinos que saben estar a la altura de la situación.

Larga vida a El Guerra, a los simpáticos y cachondos asiduos que paran por allí y a su curioso güichi.

Periodismo

Tomo el párrafo siguiente del blog de Juan Cruz del día 3 de septiembre. ¡Cuánto interés tiene siempre el blog de Juan Cruz! Y se lo brindo a mis amigos futuros periodistas. A mis queridos amigos y amigas futuros periodistas.


García Márquez ha dicho que por las mañanas se despierta rabioso como un perro por el periodismo que hacemos, y Gabilondo ha defendido el buen periodismo como
factor de desarrollo social, cultural, económico y político. Este es, lo dice el Nobel colombiano, el oficio más bello de la tierra, y muchas veces arrojamos sobre él basura a pilas. Un periodismo contrastado, sereno, en el que los periodistas no tengan que arrojar vergüenza a su oficio, requiere, decía García Márquez, dedicación y tiempo. Y buena voluntad. Kapucinsky decía que este no es un oficio para cínicos. Es cierto: el cinismo es lo contrario de la buena voluntad; el cinismo, la ignorancia del sufrimiento ajeno, la falta de solidaridad con lo que padecen los que son objeto, o sujeto, de nuestra información
.”

Yo lo uniría a lo que decía otra persona que se merece que sea escuchada por la gente sensata y abierta. Me refiero a José Luis Sampedro. Siempre tan lúcido, hace poco decía: “Antes lo que había era hipocresía. Lo que hay ahora es cinismo y desvergüenza”.

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El periodismo como factor de desarrollo social, cultural, económico y político. ¡Qué responsabilidad! Pero, a la vez, qué ilusionante, qué meta para proponérsela. Qué oportunidad para convertirse en una persona fuerte, en una persona, Almu.

Y, en todo caso, siempre quedan los blogs. Creo que hay que escribir para la inmensa minoría de tus lectores. No sabes quién te lee. Ni sospechas desde dónde te leen. Tienes un grupo de lectores que no te dicen nada, pero que te leen y lo hacen desde lugares insospechados: Arabia Saudí y el vecino de enfrente. El medio es el mensaje. La libertad, la crítica, la buena voluntad, los otros, todos, un mundo en el que quepamos todos. Los valores que queremos, los que amas, deben estar en tu blog.
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miércoles, 3 de septiembre de 2008

Venganza resentida


Esta pintada la encontré en la fachada de un colegio religioso concertado en La Isla de San Fernando. Seguramente, un alumno con algún que otro suspenso en junio, se desahogó pintando esto de todos los sufrimientos habidos durante el verano.


Es curioso que la pintada no ha sido borrada en algún tiempo. Qué mejor propaganda podría tener el colegio ante los padres, que ven cómo un alumno es obligado por los profesores a estudiar todo un verano. Lloverán las peticiones de plaza en ese colegio, seguramente, y por eso no lo habrán borrado. Pero lo que me parece que los padres tampoco sospechan --una buena parte de los padres no suele saber ni sospechar nada. Este es el problema-- es que si su hijo es capaz de poner esa pintada sólo porque ha tenido que estudiar en verano ¿qué hará cuando el revés en la vida sea mayor? ¿qué hará cuando pierda su equipo, o cuando descubra que su novia ya no lo quiere, o cuando lo echen del trabajo?

El Guerra / 9

El güichi tiene también su Bote. Como puede observarse, en primer plano aparece un remedo de preservativo rupestre y textil, muy en tono carnavalero. Debajo de él, una bolsa, formada por la funda de un jamón, con una caja de Viagra, que aclara el destino de los fondos que se recauden con las propinas.

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martes, 2 de septiembre de 2008

El Guerra / 8

Uno de los señores se empeñó en que viera una foto para que comprobara quiénes asistían a aquel güichi.


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Como puede observarse, el tercero por la derecha es el Rey, sabiamente incluido allí por uno de los cachondos asiduos al lugar.
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En la siguiente fotografía se observa que el lugar tiene también su lista negra formada por morosos que, cualquiera sabe por qué, comieron y bebieron, pero no pagaron.
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lunes, 1 de septiembre de 2008

¿Qué quieres decir cuando dices "te quiero"?


Hubo una época no muy lejana, o quizá un lugar o unos lugares, en los que decirle a alguien “te quiero” significaba formalizar –hacer formal— una relación que ya no era meramente de amistad, sino que se convertía, por obra y gracia de las palabras mágicas pronunciadas, en un noviazgo. Porque “te quiero” no se le decía a cualquiera. Era como si albergara en su interior una carga sagrada, un tinte indeleble que, si lo aceptaba, cubría y transformaba sin remedio a aquél o a aquélla que se convertía en receptor o receptora del mensaje, sumamente deseado, por otra parte.

En esa época o en esos lugares, los padres no les decían a sus hijos que los querían. Lógicamente, los hijos tampoco comunicaban a sus padres tales cariños. Ni las abuelas ni nadie de la familia andaban con tales carantoñas. Era cosa sólo de noviazgos y de parejas; bueno, más bien, de matrimonios y, en todo caso, eran mensajes que se emitían en la intimidad.

Yo que, aunque soy tímido, tiendo mucho a expresar mis actitudes hacia los que me rodean, acepté pronto y sin reservas el decirle a mis amigos y amigas que los quería. Incluso, a veces, en clase se lo he dicho a los alumnos y he gozado con la cara que han puesto al oír semejante declaración.

Si saco esto a debate es porque tengo la impresión de que hoy el “te quiero” se ha trivializado un tanto y se expresa con mucha naturalidad y con mucha frecuencia. De lo que no estoy tan seguro es de si sabemos lo que decimos cuando decimos “te quiero”. Si Pepita es mi amiga y yo le digo que la quiero, ¿qué es lo que le estoy diciendo?, ¿qué es lo que debe entender ella cuando oye esas palabras? Y cuando se lo digo a mi novia o a mi novio o a mi padre o a mi madre, ¿qué deben entender?

Me gustaría que entraras y que dieras tu opinión. Yo creo que una persona joven lo haría porque, si no aprendemos en este tema, ¿de qué vamos a aprender?
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Después de leer el sugerente post de Falsirego, me apetece ilustrar un poco esta entrada con el vídeo en el que Tania Libertad canta el soberbio poema de Benedetti


Y también el poema de Luis Cernuda recitado por Carmen Feito.



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El Guerra / 7

Cuando volví a la barra del bar, los cuatro o cinco señores que estaban allí me recibieron sonrientes y me preguntaron si había sido interesante la visión de los servicios. Les dije que sí, claro está, y procedieron a enseñarme algunas otras peculiaridades del lugar. Por ejemplo, esta carta de presentación del dueño del lugar, dentro del más puro estilo carnavalero


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O esta otra, que invitaba a consumir lo más recomendable del lugar.

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