Cuando volví a la barra del bar, los cuatro o cinco señores que estaban allí me recibieron sonrientes y me preguntaron si había sido interesante la visión de los servicios. Les dije que sí, claro está, y procedieron a enseñarme algunas otras peculiaridades del lugar. Por ejemplo, esta carta de presentación del dueño del lugar, dentro del más puro estilo carnavalero
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O esta otra, que invitaba a consumir lo más recomendable del lugar.
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