He
pasado fugazmente por la preciosa ciudad de Astorga. Una de las
últimas cosas que vi en ella fue este cartel de un festejo taurino
que organizan el Ayuntamiento de la ciudad y otras entidades "en
homenaje a la mujer española". A él tendrán acceso gratis
"la señora, señorita y menor de 8 años (siempre acompañado
por una persona con entrada)".
Yo creía que estos eventos ya no se les ocurría organizarlos a nadie, pero por lo que veo esta rancia y discriminatoria manía sigue, lo cual me lleva a reflexionar brevemente sobre ella.
Yo creía que estos eventos ya no se les ocurría organizarlos a nadie, pero por lo que veo esta rancia y discriminatoria manía sigue, lo cual me lleva a reflexionar brevemente sobre ella.
Dejo aparte el tema taurino, que ya ha sido tratado por muchos con claridad y que entenderán quienes quieran entenderlo. Dejo también fuera la peculiaridad de hacer un homenaje a alguien con tanta sangre y tanta crueldad por en medio.
Lo que no acabo de entender en estos momentos es cómo a alguien se le puede ocurrir hacer un homenaje a la mujer española en una sociedad multicultural y multiétnica como la nuestra. Parece que hay personas a las que aún no les queda claro que el deseado crecimiento económico sólo será posible, dada la actual tasa de natalidad española, con trabajadores extranjeros. Los organizadores de este acto deberían hacer el esfuerzo de imaginar una familia, en la que convivieran, por ejemplo, abuelos, padres, y cinco hijos varones, tres de los cuales tuvieran parejas extranjeras. Si supusieran que, en un momento de debilidad, al abuelo se le ocurriera hacer un homenaje "a la mujer española", ¿a dónde mandarían al abuelo las mujeres no españolas de la familia? Pues esto es igual.
El anuncio de esta novillada con tantas referencias a las mujeres no tiene ninguna pulcritud gramatical. Viendo quiénes podrán tener acceso gratis a la corrida, cualquier espabilado le puede amargar la tarde a los porteros y a los responsables del evento. Parece que es sólo el menor de 8 años el que necesita ir acompañado por una persona con entrada, porque aparece en masculino y singular. Las señoras y las señoritas -¡Qué antigua queda esta distinción!- ¿pueden entrar sin compañía? ¿O es que con alguien con entrada pueden entrar una señora, una señorita 'y' un menor? Afortunadamente esto de los toros va a menos, pero se podría montar un altercado sintáctico de mucho cuidado en las puertas de la plaza discutiendo de géneros, números y concordancias. Yo creo que es cosa de meterse a organizar eventos sin saber lo que se hace y sin un mínimo bagaje cultural, pero allá cada cual.
Lo que más me indigna como ciudadano, sin embargo, es el tono discriminatorio y machista que desprende este acto. Fíjense, por ejemplo, en la descripción de quiénes pueden entrar gratis. Hay, al parecer, cuatro clases de ciudadanos: señoras, señoritas, menores de 8 años y personas (no caballeros, sino personas) con entradas. ¿Por qué se priva a las señoras, a las señoritas y a los menores del tratamiento de personas? Cualquier estudioso del tema sabe que esto no es sólo una forma de hablar, sino una forma de pensar y, sobre todo, de tratar a los seres humanos. Unos son personas y el resto son otras cosas. Mujeres, por ejemplo, pero no personas. Este cartel es un ejemplo de libro de discriminación sexista.
¿En qué lugar quedan las homenajeadas mujeres en este acto? En muy mal lugar, en mi opinión. ¿Qué necesidad tiene una mujer actual de ser "invitada" a un espectáculo? ¿Es que no puede comprar su entrada como cualquier hombre? ¿Las consideran "floreros" para darle colorido al acto? ¿No son seres independientes, con los mismos derechos que los hombres, y con el mismo tratamiento que ellos? ¿Qué va a pensar una homenajeada mujer que no tenga una "persona" con entrada que le acompañe? ¿Es esta la mejor manera de fomentar la igualdad que tienen los organizadores de este espectáculo?
Cualquier mujer que sea consciente de su dignidad como persona se sentirá humillada con estos absurdos homenajes, que lo que intentan es, una vez más, situar a los hombres en un lugar más alto que el de las mujeres, a las que pueden invitar y agasajar a su antojo.
Yo creía que el sexo servía para comunicarse con otras personas, para lograr placer y para reproducirse, si se quiere. Ahora resulta que el sexo sirve también para tener que pagar para ir a los toros, si tienes uno de ellos, o para que puedas ser invitada, si tienes el otro. Con estas discriminaciones vamos ya, por lo menos, por el siglo XIX. Y haciendo daño a las mujeres.
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