No todos los pobres, no todos los
necesitados, no todos los parados, no todos los maltratados, no todos
los discriminados, no todos los explotados, no todos ellos defienden
la igualdad. Desgraciadamente, sólo lo hacen aquellos que han tenido
la oportunidad de caer en la cuenta de que todos somos iguales, de
que todos tenemos los mismos derechos, de que el mundo es de todos,
de que la vida es de todos, de que la solidaridad es más valiosa que
el acaparar riquezas, de que el exceso de propiedades mata a los
demás, de que el dinero es la condena de los pobres, de que la
alegría tiene que ser de todos, de que el nosotros es más
importante que el yo.
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