Por los poros de la vida mana la
poesía. Por los de la muerte, el odio. La poesía nos ayuda a
respirar, a sentir el aire fresco de la juventud, a gozar con el
calor del amor, a vibrar con la dulzura del cariño, a emocionarnos
con la alegría de la compañía, a llorar con el dolor de la
realidad.
La poesía no puede oscurecer la visión
de la realidad. El poeta no debe jugar a sentirse distinto,
incomprensible, supuestamente superior y ajeno a la persona que lo
lee. Es un juego absurdo al que sólo juega el que quiere jugar a ser
poeta, porque en el fondo no lo es. El lector de poesía debe huir de
la comodidad y debe esforzarse en comprender al poeta. La vida es
demasiado compleja. ¿Cómo va a ser sencilla la poesía? La poesía
está en el cruce de caminos entre el esfuerzo del poeta por mostrar
la profundidad de lo que hay y el esfuerzo del lector por llegar a lo
profundo y ver allí lo que sólo allí se ve. El poeta debe escribir
de acuerdo con el ser humano que lleva dentro. El lector de poesía
debe saber sacar fuera el poeta que lleva dentro.
Repasa lo que has hecho hoy. Fíjate en
lo que te ha dejado más satisfacción. Quítale las circunstancias,
los adornos, todo lo secundario. Quédate con su esencia, con lo más
elemental, con la actitud con la que lo has hecho real. Ojala eso sea
amor. Buenas noches.
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