Él es el ingrediente que debe estar en
cualquier cosa. Sin él no puede haber un pensamiento positivo. Las
actitudes, cuando no están empapadas de él, son egoístas,
interesadas, despreciables. Los hechos sin su presencia suelen hacer
daño. Las personas que no lo dan se vuelven inhumanas y, si no lo
reciben, se entristecen. Especialmente los niños, cuando no lo
tienen, no se desarrollan. La alegría no aparece cuando él no está.
La felicidad no se concibe en su ausencia. Los neoliberales carecen
absolutamente de él y ni sospechan en qué pueda consistir. Hay que
hacerlo, es decir, hay que construirlo en la vida cotidiana, porque
no viene hecho, ni mucho menos. Cuando te falta, lo mejor es que lo
des, porque sólo así lo recibirás. Hay quien piensa que él es un
sentimiento y es verdad, pero también -y, sobre todo- es una actitud
de generosidad hacia el mundo. Con él se forman nubes en el cielo
del mundo bueno, de las que mana un perfume sublime que acaricia las
vidas de quienes lo huelen y los hace mejores. Buenas noches.
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