martes, 27 de junio de 2017

Buenos días. Aprender



Creo que es una buena costumbre la de aprender de nuestros éxitos, de nuestros fracasos y de nuestro día a día. 

Buenos días.


Ivan Vazov. El Calendario Literario de Bautista. 27/ 6/ 2017





Tal día como hoy de 1850 nació Ivan Vazov


Tienes más información aquí.




lunes, 26 de junio de 2017

Buenas noches. Miedos




La ignorancia, ya de por sí, genera miedo. Si, además, alguien intencionadamente introduce alguna amenaza, se genera aún más miedo. Este es uno de los mecanismos de la dominación. 

Buenas noches.

Buenos días. Justos




Solemos tener el desagradable vicio de juzgar. Juzgamos más a los demás que a nosotros mismos. A mí me parece que juzgar como costumbre no es demasiado edificante, pero si no hay más remedio, deberíamos esforzarnos en ser justos en nuestros juicios. 

Buenos días.

Los lunes, músicas nuevas. Benjamin Biolay


BENJAMIN BIOLAY es quizás la figura más importante en la música francesa de los últimos diez años. Esta es una reciente actuación con la que fue, y ya no es, su pareja, CHIARA MASTROIANNI, sí, la hija de Mastroianni y Catherine Deneuve.



Malcolm Lowry. El Calendario Literario de Bautista. 26/ 6/ 2017





Tal día como hoy de 1957 murió Malcolm Lowry


Tienes más información aquí.




domingo, 25 de junio de 2017

Buenos días. Paradoja




La vida está trufada de paradojas. Una de ellas es la de que es la humildad la que nos hace grandes, mientras que la soberbia nos empequeñece, la mayor parte de las veces, hasta el ridículo. 

Buenos días.

Ana María Matute. El Calendario Literario de Bautista. 25/ 6/ 2017





Tal día como hoy de 2014 murió Ana María Matute


Tienes más información aquí.




sábado, 24 de junio de 2017

Buenas noches. El tránsito




Nacemos perfectamente inútiles. Si no nos ayudan a vivir, nos morimos pronto. Todos nos tienen que ayudar, desde quienes hacen los vestidos a quienes fabrican los potitos, pasando por quienes saben curar enfermedades. Pero especialmente son nuestros padres, que se supone que nos han traído voluntariamente a este mundo, quienes deben cuidarnos con mayor intensidad. El parto nos da la existencia, pero son nuestros padres quienes deben darnos la vida: alimentarnos, querernos, educarnos, orientarnos y prepararnos para convertirnos en seres humanos libres.

Durante la juventud tendríamos que dedicarnos a ver los diversos caminos por los que podríamos transitar, para elegir, con arte y con sensatez, lo que entendiéramos que es mejor para nuestro desarrollo humano. Es un periodo de inversión, de mucho trabajo, de acumulación de toda la preparación posible para llegar a la meta de humanizarnos. Es el momento de descubrir los valores -no solo el amor-, las culturas, las artes, el mundo.

La madurez es la etapa en la que tendríamos que poner en práctica todo lo que hemos descubierto, en el que deberíamos crecer en todas nuestras dimensiones, sintiendo en toda su amplitud que los demás están también ahí, además de la pareja y de la familia. Es el momento de devolverle a la vida lo que antes ella nos ha dado, gracias a lo cual somos lo que somos. A lo largo de la madurez, si los demás nos lo permiten, podemos llegar a ser lo que queremos ser. Tan importante como esto me parece que es no perder de vista nuestra finitud, el hecho innegable de que en algún momento nos moriremos, que la muerte está escrita en las entrañas de la vida. Siempre he vivido esto como el argumento que me ha suministrado más ganas de vivir, más urgencia por vivir lo más intensamente posible, sin perder el tiempo.

Llega un momento en el que, sin que nos demos excesiva cuenta, el cuerpo comienza lentamente a flaquear, a perder su lozanía, a tener impedimentos en un lugar o en otro. Si nuestra formación humana ha sido la adecuada, nuestra mente debería mantenerse siempre abierta, joven, creadora, dispuesta a seguir aprendiendo. Creo que hay que estar voluntariamente muy alerta para que nuestra mente no pierda la frescura y las ganas de vivir que a veces intenta quitarnos el cuerpo. No me gusta llamar vejez a este estado vital. Yo, al menos, no aspiro a convertirme en un viejo, pero sí en un anciano -aunque no tengo ninguna, pero ninguna, prisa en conseguirlo. Los viejos hablan de “sus tiempos”, pero los ancianos, como cualquiera, sólo tienen el tiempo en el que viven. Los viejos están centrados en su inutilidad. En cambio, los ancianos siguen viendo el mundo como algo más importante que su propia existencia. Los viejos no tienen ganas de vivir y los ancianos, sí. Los viejos solo piensan en la muerte. Los ancianos quieren vivir hasta el instante antes de morirse.

Un anciano con la mente joven entiende bien que llega un momento en su situación vital en la que debe situarse voluntariamente en un segundo plano. Tiene que vivir, pero tiene que dejar vivir también a los demás. Insisto en lo de la mente joven. Si a lo largo de su vida no se ha preocupado nunca por formarse una mente así, lo normal es que sufra luego. Para vivir es indispensable que al anciano le ayuden, porque poco a poco va teniendo tantas necesidades como cuando era un niño pequeño, pero me parece importante observar que esas necesidades son distintas. Requiere cariño, como todos lo necesitamos, pero no es el cariño constante, cercano y tan ligado a los padres, como le ocurría en la infancia. Necesita cuidados, pero los de los hijos no suelen ser los más eficaces. No tienen derecho a que los hijos hipotequen sus vidas para cuidarlos. A este mundo entiendo que se traen hijos, no futuros enfermeros. Es vital que entendamos que debemos retirarnos del puente de mando, de la cumbre de la familia, y que tenemos que situarnos en un lugar en el que nos cuiden, pero sin molestar, sin impedir vivir a nadie, sin exigencias, sin ser una molestia para nadie. Creo que hablar con los hijos con naturalidad de estas cosas sería muy importante para lograr una convivencia razonable, pacífica y humana. No solo hay que estar constantemente aprendiendo a vivir. También hay que aprender a morir.

Buenas noches. Y perdón por el rollo tan largo, pero es que hay días en los que no se tiene fina la capacidad de síntesis. Si te apetece opinar sobre este texto, puedes hacerlo aquí o en casalfernandezmanuel@gmail.com 



Buenos días. Alegría




Seguramente que la alegría sea la más alta emoción que un ser humano puede experimentar, pero hay muchas formas de alegría, muchos caminos por los que llegar a ella. De lo que se trata es de buscarlos. 

Buenos días.