Hay intérpretes que le deben su trayectoria y su triunfo, en gran parte, a un solo papel; aquel que le ofrecieron en el momento oportuno, aunque ni siquiera, a priori, resultara atrayente o singular. A veces, incluso, este fue descartado previamente por una decena de candidatos y llegó al susodicho en forma de “no te queda más remedio que aceptarlo” o “tampoco tienes otra opción”. Hablamos de personajes míticos, que dejan su huella en la pantalla y en la memoria de varias generaciones, como Holly Golightly, Michael Corleone, Stanley Kowalski o Cleopatra. Sin embargo, toda ambrosía tiene su lado amargo y puede estancar a aquellos y aquellas que buscan retos y superación, o que, simplemente, desean desprenderse de un rol que tuvo su lugar y su ocasión. La eternidad se creó para los dioses, no para los simples mortales...
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