CARA
viene del latín cara
y este quizás (Coromines dice quizás) del griego kara,
cabeza. El latín habría tomado la palabra griega y habría hecho
evolucionar su significado desde toda la cabeza a la parte anterior,
lo que hoy llamamos cara. Careta
es probablemente (Coromines dice probabl.) derivado de cara. Supongo
que a Coromines no le convence este diminutivo en -eta,
tan raro en castellano. ¿Y no puede ser un préstamo del catalán?
En latín era más usual facies,
de donde viene faz,
y su derivado faceta.
Uf, otro diminutivo en -eta...
Carota,
caradura
y descarado,
vaya derivados. Qué pena, no vienen de cara palabras tan bonitas
como cariño o caricia (de la raíz de carecer), ni carácter, pero
sí cariz,
carantoña
y carátula.
FRENTE,
del latín frons-frontis,
como es regular, de la forma de acusativo frontem.
Lo normal habría sido fruente
como de pons-pontis
puente, o de fons-fontis
fuente. Y fue fruente
hasta 1495, pero por el uso perdió la u
y se quedó en frente.
Tiene muchos derivados: afrontar
y afrentar,
confrontar,
enfrentar,
frontal,
frontera,
frontón,
enfrente...
Tiene un uso masculino, el
frente
de batalla, que entra en el español en 1915, a imitación del front
francés. Es verdad que frente se parece al griego fren,
inteligencia, pero es casualidad, tienen orígenes distintos. De este
fren
griego derivan frenesí,
frenopático,
esquizofrenia,
y también frase
o perífrasis.
Más que casualidad, porque si a nosotros nos preguntan que señalemos
el centro de la mente, nos tocamos la frente o la sien, pero un
griego antiguo se señalaba el diafragma, sí, sí, el centro del
pecho.
SESO
antes significó
prudencia (1140), del latín sensus,
sentido, o sea del verbo sentire,
sentir. Y posteriormente pasó a significar también la masa
encefálica, los sesos
(1495). Esta raíz sen
es interesante, porque nos llevaría a consenso,
Senado,
senectud,
senil
y senior.
Senex,
viejo en latín, es un valor, porque es sensato,
y dice sentencias,
con sensatez,
y es un señor (de
senior).
De la misma raíz indoeuropea, pero proveniente del germánico sinn,
sentido, y a través del occitano, llegó a nuestra lengua SIEN,
que diptongó porque popularmente se percibió como derivado de
sentire,
considerándose el centro de la inteligencia. (Covarrubias creía que
sien
derivaba de senex,
viejo, porque en las sienes aparecen las primeras canas). Del mismo
origen germánico-occitano es el catalán seny
(pronúnciese señ),
concepto muy estimado en la cultura catalana; el seny
no es un estado de ánimo, sino un modo de ser, un compendio de
sentido común, sensatez y equilibrio tanto interior como social.
Tener seny
es un reto personal de cada uno y conocer a alguien que tenga seny
es un tesoro, y tan raro como encontrar un tesoro.