La primera mitad del s. XIX es la época dorada del “bel canto”. Óperas con melodías brillantes para el lucimiento de los cantantes, pero cargadas de suaves sentimientos, lejos aún del melodrama que inundará la segunda mitad del siglo. VINCENZO BELLINI es un hermoso ejemplo de esa dulce melancolía, que impregna toda su obra. Siciliano de nacimiento, tuvo éxito incluso en París donde estrenó “I Puritani” (1835), y donde murió a los 33 años, de disentería (o envenenado). Hay películas sobre su vida.
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