Los nacionalismos, los de amplio alcance y los más pequeños, incluidos los localismos, los que necesitan expresarse con banderas para hacerse notar, juegan con la exaltación de los sentimientos para anular la racionalidad. No promueven tanto ideas, como emociones, con lo que la manipulación de las voluntades se hace más fácil. Y si al ser humano se le sustrae su racionalidad, es como si su humanidad quedara reducida a su mínima expresión. Cada vez que en la actualidad veo el uso de una bandera sin venir a cuento, pongo a buen recaudo la cartera y la mente.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
sábado, 16 de enero de 2021
viernes, 15 de enero de 2021
jueves, 14 de enero de 2021
Filomena
Yo nací en agosto, en la costa de la luz. Desde mi más tierna infancia estoy acostumbrado a oír expresiones tales como “Ojú, qué caló” o “A ver si viene el verano ya”. Ya sé, porque lo dijo Juan Pablo II, que el infierno no existe -una pena-, pero mientras existió estuve del lado de quienes, siguiendo a Dante en la Divina Comedia, pensaban que lo que abundaba en él era el frío, un frío terrible y helador. Lo del calor tórrido era algo, al parecer, más eficaz para asustar a la gente y hacer que se sometieran a la religión oficial.
El caso es que Filomena, esa odiosa borrasca o lo que sea, ha convertido a Madrid y alrededores en un dantesco infierno, que no será eterno, pero que parece que tardará una eternidad en desaparecer.
Hoy tuve que salir. Ya faltaban en casa algunos alimentos, sobre todo frescos, y había que tomar medidas. Así que me calcé unas botas que otra Filomena de estas, que nos atacó a traición en una ciudad del norte de España, me obligó a comprar y no había vuelto a usar; me encebollé con cuatro o cinco capas de ropa; me puse un gorro para evitar que el 80% del calor corporal se escapara por la cabeza, como suele ocurrir; cubrí las deterioradas manos con unos guantes; tomé el carro de la compra, el gel hidroalcohólico, la mascarilla y un bastón, para evitar resbalarme con el hielo, y me eché a la calle como quien se mete en la selva, o en el polo norte, a ver si salía ileso de la aventura.
Fue una pena que no me hiciera una foto, porque debí de ir hecho un lamentable cromo. Embutido en un abrigo alemán que me compré hace lo menos veinte años y que todavía dura, con la mascarilla, unas gafas fotocromáticas que, en cuanto ven el sol o la nieve, se ponen oscurísimas, el sombrero calado hasta las cejas, el carro en una mano y el bastón en la otra, no sé si daba la imagen de un asesino que transportaba a su víctima en el carro de la compra o la de un anciano enfermo que no podía valerse por sí mismo. Había leído que en estos casos, para evitar que en un resbalón se caiga uno para atrás -no quiero ni pensarlo-, lo mejor es ir con las rodillas un poco flexionadas, algo inclinado hacia adelante y andando a pasitos cortos apoyando bien los pies. Seguí estas recomendaciones al pie de la letra.
Ya habían pasado las máquinas quitanieves que la alcaldesa, con buen criterio, había alquilado para limpiar, al menos, el centro de las calles de la ciudad. La calzada estaba bien, se podía andar, aunque de vez en cuando aparecían unos trozos de hielo que te hacían olvidar toda tranquilidad y te devolvían al mundo en el que hay que tener cuidado permanentemente.
Yo iba con mis pasitos cortos y mi disfraz de friolero. De pronto, vino hacia mí un señor con un anorak de nada y un perro. Yo iba a encarar una zona de hielo en la que no daba el sol. Seguro que me vio pinta de tullido, de ser desvalido o de inútil, no sé. Los pasitos cortos y el bastón no invitaban a nadie a pensar que era un galán de Hollywood. El buen hombre se me acercó y me dijo:
—¿Quiere usted que le pase el carro al otro lado del hielo?
Me quedé frío, quiero decir, que se me congeló la mente, porque el cuerpo entonces ya estaba cocinándose a baja temperatura.
—Bueno, si es usted tan amable —le dije.
En un santiamén depositó el carro unos metros más adelante. Volvió y, con una generosidad que me hizo creer un poco más en la humanidad, me soltó:
—Agárrese a mí, que le ayudo.
Claro, yo estaba perplejo. Si el maldito hielo no hubiese estado allí, le hubiese dicho que, oiga, que no soy tan mayor, que puedo ir solo, que tampoco es para tanto y que muchas gracias, pero de lo que no tenía ninguna gana era de discutir ni de hacer ver al buen hombre que todo aquello no era más que la manera que un tipo del sur tenía de enfrentarse a una catástrofe nórdica, como es esta nevada filomenal. Pensé que lo más económico era agarrarme del brazo del buen hombre y andar con él los pasos que me separaban del asfalto seco y seguro. No quise quitarle de la cabeza la posible idea de que estaba socorriendo a un necesitado, así que seguí con mis pasitos cortos, mi bastón e intentando dar la impresión de ser un incapaz que requería ayuda, para no crearle al buen hombre una situación desagradable.
—Muchas gracias. Es usted muy amable —le dije, ciertamente agradecido por el detalle que había tenido con este inútil del sur.
No sé si sería mi voz, impropia del disfraz que llevaba puesto, o algún gesto que se me pudo escapar, el caso es que algo terminó por no cuadrarle mi generoso y fugaz acompañante, porque en cuanto llegamos a tierra firme, me soltó y no quiso saber nada más de mí.
Yo proseguí mi camino, andando despacito, con la mirada puesta en el suelo, acarreando el maldito carro y apoyando el bastón con cuidado en el suelo. Llegué al supermercado atravesando algún que otro océano de hielo de tres o cuatro metros de longitud y andando por la calzada la mayor parte del tiempo. Hice la compra y volví. El camino era cuesta arriba y tenía que tirar del carro lleno, pero no hubo mayor contratiempo.
En cuanto llegué a casa, me quité todo el disfraz, incluida la mascarilla y las gafas. Me miré al espejo y comprobé con alegría que no es que pareciera un jovencito, pero que, con un buen maquillaje y una luz adecuada, aún podría hacer algo en Hollywood.
Los jueves, músicas nuevas. Laura Matling
miércoles, 13 de enero de 2021
Sonríe, por favor
Tal y como están las cosas, hay que adoptar más que nunca una postura constructiva, generosa, amable y, en resumen, humana: te pido que sonrías. Sonríe, por favor, si es que los demás te importamos algo y entra dentro de tus cálculos que estemos un poco mejor, más a gusto y más relajados. La sonrisa hace bien a quien la practica y mucho bien a quien la observa. En medio de tanta adversidad te pido que, por favor, sonrías. Sonriamos, por favor. Gracias.
martes, 12 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Soledad
12 de enero de 2020
Hay un miedo que recorre las mentes de las personas que intentan tomar conciencia del mundo en el que viven.
Es el miedo a la soledad.
lunes, 11 de enero de 2021
Iñaki Gabilondo
Hoy Iñaki Gabilondo se ha despedido del programa. Su análisis constante de la realidad le ha llevado a la postura más realista que una persona inteligente puede tener: el pesimismo. No quiero ser un cenizo pesimista, ha dicho, a la vez que ha reconocido lo difícil que es mantener una actitud crítica y constructiva en el mundo crispado en el que estamos.
Es un abandono que nos merecemos. Nadie puede estar clamando en el desierto toda la vida observando que cada vez menos personas escuchan, menos personas piensan, menos personas tienen una opinión propia, y, en cambio, más personas no hacen más que ruido. No puede llegar el día en el que se apague la luz y te encuentre rodeado de quienes se tragan lo intragable y renuncian a lo razonable. Comprendo perfectamente su actitud. Si yo hubiese estado en su lugar, hubiese hecho lo mismo.
Ahora los lunes, a las 10 de la mañana, se dedicará a escuchar a jóvenes que tengan algo que decir, a quienes entrevistará. Nunca olvidaré sus Hoy por hoy, sus comentarios de las ocho y media, sus intervenciones, siempre cargadas de racionalidad, de clarividencia y de buen hacer periodístico. Y se lo agradeceré permanentemente.
Como ciudadano, hoy es un día triste.
La vejez
Una de las características de la vejez es que se empequeñece la amplitud del campo de las ocupaciones y las preocupaciones vitales. Las pocas de ellas que quedan suben de intensidad, a veces, de manera muy llamativa y poco equilibrada. Esto no ocurre de forma tan notoria en la ancianidad, que mantiene una actitud mental joven, pero sí en la vejez, que alberga una mente cerrada y ajena a la realidad.
Pero a la vez que decae el número de temas que ocupan el tiempo de las personas viejas, aumenta la simplificación en la manera de abordarlos. Toda la inmensa complejidad de la realidad queda reducida en estas personas a sus aspectos más llamativas o a los que les suscitan más interés, olvidándose de todos los demás. Es por eso por lo que la opinión de los ancianos, que mantienen la mente joven y abierta, es útil para las personas y para la sociedad. En cambio, la de los viejos no suele ser más que una invitación a la comprensión y a la compasión. Y recordemos que se puede ser viejo a cualquier edad.
Los lunes, músicas nuevas. Anohni
domingo, 10 de enero de 2021
sábado, 9 de enero de 2021
viernes, 8 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Lo agradable
8 de enero de 2018
No nos acostumbremos nunca a buscar en la vida solo los problemas, los aspectos negativos. Es mejor empeñarse en encontrar lo agradable, lo positivo.
jueves, 7 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Aceptación
7 de enero de 2019
Me parece muy importante que aceptemos las cosas como son, como vienen, no como nos gustaría que fueran. Esto puede ser una fuente de paz.
Los jueves, músicas nuevas. C. Tangana
miércoles, 6 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Día de Reyes
6 de enero de 2020
La alegría, la ilusión, la felicidad de los niños y de los futuros adultos ligada al “tener” cosas. No me parece nada bien esto. Los padres y madres sabrán lo que hacen. O no.
martes, 5 de enero de 2021
lunes, 4 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Simpatía
Los lunes, músicas nuevas. Lambchop
domingo, 3 de enero de 2021
Dicho en el pasado. Adolescencia
sábado, 2 de enero de 2021
viernes, 1 de enero de 2021
jueves, 31 de diciembre de 2020
Dicho en el pasado. Nuevo año
Los jueves, músicas nuevas. Camilo
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Dicho en el pasado. Sé humano
martes, 29 de diciembre de 2020
Todos los días son iguales
lunes, 28 de diciembre de 2020
Inocentes
Dicho en el pasado. Brilla
Los lunes, músicas nuevas. Andrew Bird
domingo, 27 de diciembre de 2020
Dicho en el pasado. Imaginación
sábado, 26 de diciembre de 2020
Dicho en el pasado. Tener
La "Historia de la Cultura"
Echar una ojeada a los libros de Historia del Arte, o de Literatura o de Filosofía, debería producirnos sorpresa, si no estuviéramos acostumbrados. ¡Qué casualidad! ¿Todos los genios fueron hombres? Debería producirnos no sorpresa, sino vergüenza. La Humanidad ha tirado por el desagüe el talento de las mujeres durante siglos, el 50 % del talento de los seres humanos. Sin hablar de los pocos negros, o las pocas personas de clase baja, o de nacionalidad no europea, en eso que llamamos “Historia de la Cultura”.
Las mujeres han visto cerrado el paso a la educación o al éxito, por el mero hecho de ser mujeres. Muy pocas pudieron sortear esa barrera de discriminación. Muy pocas fueron muy tenaces o tuvieron mucha suerte para llegar a ser pintoras o escritoras de importancia. Madame Curie es la única mujer en una lista de los grandes científicos encualquier libro de Historia.
Las que lo pudieron intentar se encontraron con una segunda barrera. Sus logros se despreciaron o se ocultaron o fueron apropiados por hombres que estaban cerca, muchas veces por sus maridos. Hay científicas que no han recibido el Premio Nobel mientras veían que el resto del equipo formado por hombres era galardonado. La compositora Rebecca Clarke, en pleno siglo XX, en el período de entreguerras, tuvo que soportar el rumor de que su nombre podría ser el seudónimo de un hombre; su obra era demasiado buena para ser obra de una mujer.
Pero aún hay una tercera barrera. Mujeres que triunfaron, y fueron reconocidas en su momento, han sido minusvaloradas por la transmisión y el relato histórico. Pintoras cuyas obras han sido atribuidas a pintores masculinos, científicas o escritoras o músicas o filósofas que ha sido oscurecidas en los manuales o libros académicos. Yo, hasta la película de Amenábar, nunca había leído nada sobre Hipatia, martirizada por los cristianos; creo que muchas cosas nos las han escamoteado en nuestros libros de texto.
Yo llevo varios años haciendo este “Calendario de Bautista”, y sé que a alguien le ha podido producir cierta inquietud el hecho de que abundaran masivamente los personajes masculinos. Me quiero explicar. La Historia de la Cultura es la que es, tampoco la podemos cambiar. No podemos obviar que El Greco, Newton, Beethoven, Cervantes o Kant fueron hombres. Lo único que ha estado en mi mano en todos estos años ha sido rescatar de la zona sombreada a las mujeres que deberían brillar con la luz que merecieron.
En los sucesivos calendarios el número de mujeres que he seleccionado ha sido el siguiente:
Año 2012 PERSONAJES DE LA CULTURA 28 mujeres
2013 MUJERES 365, claro
2014 MÚSICA POPULAR 52
2015 PERSONAJES DE LA CULTURA (otra versión) 28
2016 MUJERES (otra versión) 366 (era bisiesto)
2017 LITERATURA 42
2018 ARTE 46
2019 CINE 87
2020 CIENCIA 71
2021 El calendario de 2021 va a tener 101 mujeres.
Supongamos que el tema fuera la Música Clásica, ¿qué podría hacer, quitar de la lista a Beethoven, Verdi, Mozart, Palestrina, Luis de Pablo, Franz Liszt, Bizet, Schubert… o cientos de músicos hombres? No, pero podría buscar compositoras, directoras de orquesta, cantantes (de las que sí ha habido figuras de gran esplendor) y grandes instrumentistas, que hoy ya es casi normal que las mujeres puedan llegar a ser.
Es evidente que en nuestra época se está evolucionando, como nunca antes, hacia una igualdad de oportunidades. Se están dando pasos importantes, pero falta muchísimo para que lleguemos a una situación de verdadera justicia, de verdadera igualdad. Solo cabe poner en ello nuestra esperanza y trabajar cada día en la medida de las posibilidades de cada uno. Otro mundo es posible.
Muchas gracias por vuestra atención e interés por el Calendario.
Bautista








































